jueves, 16 de marzo de 2017

Días de monte 32

El pasado sábado día 11 de marzo, con una mañana radiante nos pusimos en marcha con la intención de dar un buen paseo por la sierra Salvada. Teníamos pendiente hacer la loma del Somo que es la segunda cima pero que apenas se conoce porque está en el interior de la meseta y no en los farallones. De paso pensábamos pasar a la vuelta por el Tologorri y asomarnos a su vertiginoso púlpito. Pero no elegimos el portillo adecuado para subir y se nos estaba haciendo tarde, así que nos conformamos con hacer este monte además de la vuelta previa que nos habíamos dado. Aquí se puede ver las diversas zonas por las que transitamos.

El Ungino y el Eskutxi al fondo, todo un espectáculo
Iniciamos la subida por el portillo de la Barrenilla que parte de Lendoño, que es el más habitual de la zona. Fue una gozada atravesar su hayedo que en algunos tramos las hojas secas nos cubrían los tobillos. Orencio no conocía esta zona y no se perdió detalle de todo lo que iba viendo. El tramo de la senda negra que recorre la base del farallón lo pudimos hacer con total tranquilidad por la ausencia de viento. De todos modos no deja de impresionar este paso por la sensación aérea. Una vez arriba subimos a ver el mojón que señala la muga entre Araba y Bizkaia.
La cumbre del Tologorri desde el alto donde dimos vuelta
A partir de ahí, tras media hora de andar por la alfombra de hierba de la zona nos decidimos volvernos al Tologorri y comer el bocata o similar de rigor. Una vez más me di el gustazo de comer sentado en el mismo borde del pico con todo el valle de Ayala a mis pies. Lo del Somo queda pendiente y no lo perdonaremos. 

lunes, 13 de marzo de 2017

El acoso ¿escolar?

El acoso escolar -ya se dé en el mismo centro o en la redes sociales- está siendo un tema recurrente en los medios de comunicación y en las instituciones públicas. De repente aparecen estadísticas y comparativas sobre su incremento. Salen a la luz pública personajes famosos que confiesan haber sufrido acoso en la escuela o en su barrio. Las autoridades educativas se esfuerzan en ultimar protocolos y en exigir su aplicación en los centros escolares, porque abundan, sobre todo entre los privados, los que intentan taparlo por aquello del prestigio del centro. Lógicamente ha habido empresas y cadenas de televisión o de radio que han patrocinado campañas para hacerse publicidad. O sea, que, como en otros temas referidos a problemas sociales, el acoso se ha convertido en espectáculo para gozo de las ávidas carroñeras que gustan de morbo para sus conversaciones. Todo los recursos  que se están poniendo en marcha para atajar o paliar los efectos de este problema están bien y son necesarios, pero siempre resultarán insuficientes por se ponen en marcha, como en tantos otros asuntos, cuando  han salido a la luz por el daño hecho, incluido el suicidio. 


Tengo la suerte de compartir mi vida con María que, además de ser mi compañera, es profesora de educación infantil. Ella se toma su trabajo muy en serio y me comenta sus preocupaciones, sus observaciones y las nuevas iniciativas que se le ocurren en su trabajo. Le he oído comentar cómo se relacionan los peques de sus aulas de dos y tres años. Lleva tiempo observando cómo hay niños que disponen a su antojo de los juguetes o materiales comunes quitándoselos a compañeros determinados, no a cualquiera, que los ceden sin rechistar o con algún lloro. Al mismo tiempo, ha observado que algunos de los perjudicados  por estos "minimatones" han llegado a interiorizar esta relación hasta tal punto que abandonan el juguete sin que el gallito se lo pida ¡Solo tienen dos o tres años! Eso quiere decir que cada uno, según su personalidad y según lo que le haya deparado su historia, se va marcando sus roles desde que comienzan las relaciones sociales, o sea, en la escuela. La preocupación de María es encontrar el método para corregir estas "insignificantes" injusticias, que normalmente pasan desapercibidas para los adultos -"hay que ver cómo son"-, no solo poniendo en su sitio al abusón sino tratando de que los perjudicados hagan valer sus derechos y creando un ambiente de convivencia en el que no tengan cabida dichos comportamientos.

Está claro que siempre ha habido líderes negativos, matones, abusones o personajes de ese pelo que se han tomado la vida y las propiedades  de los demás como algo a su entera disposición, para divertirse o para enriquecerse o para disponer de siervos incondicionales que les acompañen en sus planes. Esos mismos, que disponen del correpasillos de otro sin preguntar, pueden llegar a ser los mismos que quieran disponer de una mujer para lo que sea -y si no que se prepare- o los que estén dispuestos a aprovecharse de la indefensión de un emigrante para reventarle a trabajar sin contrato, o los que han desfalcado bancos y se han llevado por delante los ahorros de personas humildes... y suma y sigue. El acoso no es escolar: se detecta en la escuela por ser el primer lugar de socialización en nuestras sociedades. Es necesario ponerle nombre y hacerlo visible en sus apariciones embrionarias y establecer cauces educativos para una intervención preventiva, pero siempre siendo conscientes de que la escuela no puede ni tiene que arreglarlo sola. El hecho de que este fenómeno llegue a ser alarmante y vaya creciendo no deja de ser un indicador más que saca a la luz el fracaso educativo de las familias, de la sociedad, de los medios de comunicación, de los poderosos recursos de la información mal usados... Hay que empezar detectando las raíces y eliminándolas antes de que aparezca las malas hierbas que, como dice el refrán, nunca mueren.