miércoles, 25 de septiembre de 2019

Éramos pocos...

En efecto, el consabido refrán se cumple, pero esta vez la que puede parir no es la abuela sino la izquierda. Resulta que D. Íñigo se nos ha venido arriba y quiere resurgir de sus cenizas autonómicas para reconquistar el puente de mando de la izquierda izquierda, del que fue apeado a partir de una Vistalegre que resultó Vistatriste para él. Esto parece el cuento de nunca acabar. Tras el desastre de Madrid, que por exceso de división en la izquierda, se han llevado el ayuntamiento y la comunidad esa partida de corruptos y de energúmenos, parece que aún no han aprendido la lección. Hala, vamos a intentarlo ahora a nivel estatal.

Le ruego señor Errejón que no nos toque más la moral, que después de este desastre de panorama  político que nos está tocando aguantar, estamos lo suficientemente cabreados como para no tener que soportar otro caudillo más que nos va librar, sí o sí, de caer en las garras de los malos y que va sujetar al señor Sánchez para que no caiga en debilidades neoliberales disfrazadas de progresistas. De paso, puede que usted intente también devolverle le codazo al señor Iglesias y segarle la hierba debajo de sus pies, que motivos no faltan para suponerlo. 

Es usted muy dueño de querer salir a la palestra de la política estatal. Yo no estoy diciendo que no lo haga. Lo que le estoy sugiriendo es que tenga en consideración que el camino que está emprendiendo está revolviendo más el ambiente político. Hay voces que lo celebran por aquello de que evitará abstenciones y abrirá el campo para nuevas alternativas. Yo, sin embargo, leyendo la historia tengo datos más que fundados  para pensar que en el río revuelto siempre suelen acabar pescando las derechas más derechas. Por otra parte, ya está la situación lo suficientemente bloqueada por los piques personalistas de los líderes, como para que aparezca usted, añadiendo un gallo más al corral. Creo que hubiese sido más sensato que usted y los suyos hubiesen cocinado su alternativa a fuego lento y se hubiesen quedado al pairo esperando acontecimientos que faciliten su formación. Que Dios nos pille confesados, que decían los antiguos.