Muchos estamos expectantes ante lo que pueda suceder con el nuevo fenómeno de Podemos. Es muy positivo el que este movimiento haya levantado a tanta gente con ganas de generar las condiciones de un cambio social y político, en un país donde reinaba la sensación de que ya no quedaba nada por hacer, ni merecía la pena tomarse la molestia de intentarlo. Sin embargo, no podrá eludir la espada de Dámocles que se cierne sobre su cabeza, esto es, que si no consigue lo que proclama, no solo se van a hundir ellos, sino que se va a quemar a mucha más gente y se va a vacunar a la sociedad de volver a tener ganas de nuevos cambios. En mi modesto entender, creo que hay que tener bien claro lo que se pueda conseguir en el presente, sin dejarse llevar por los calentones y los subidones de moral del momento. He escuchado al señor Iglesias defender la necesidad de un solo secretario para ganar las elecciones. Creo que ni con uno ni con veinte, porque pretender que el adversario vaya a caer ko al primer golpe me parece muy ingenuo o muy iluso, igual que lanzarse a unas elecciones municipales sin unos cuadros ni unas estrategias previamente estudiadas. Hace falta tiempo y mucho trabajo callado, además de los movimientos públicos, y no hay que perder de vista lo que nos decían las abuelas: las prisas son malas consejeras. Me parece que lo máximo a lo que Podemos puede aspirar es, en primer lugar, a poner nerviosos a los partidos mayoritarios forzando que pierdan base electoral y, después, a desestabilizar el sistema político actual en su conjunto: relación de fuerzas, mayorías, alianzas, controles, revisión de la ley electoral... A partir de ahí tendrá tiempo de afinar y de afianzar sus propuestas y, sobre todo, su organización para ganar las elecciones y para ser eficaces en su gestión, que de eso se trata. No vaya a ser que nos vuelva a pasar como cuando se decía que contra Franco se luchaba mejor: manifestaciones, fervor revolucionario, fuerza sindical, unidad de acción... llegaron las elecciones y ganaron los de siempre y eso es lo que tenemos ahora.
En esto de la organización puede tener Podemos el tendón de Aquíles que le haga acabar con sus pretensiones o esfumarse como flor de un día. He participado en movimientos asamblearios durante bastante tiempo y he podido comprobar que todos tienen fecha de caducidad, si no se les dota de una organización estable que vaya más allá de la vida o de la resistencia moral de los líderes que los pusieron en marcha. Sin embargo, me ha preocupado la propuesta de organización que propone el señor Iglesias: un comité central, un secretario general, unas agrupaciones -llamenselas como se quiera- y unas masas que dicen que votan programas, pero ¿cómo pueden controlar lo que se haga después?... Este esquema tiene un alarmante parecido con aquel que produjo en el siglo pasado bastantes líderes supremos, de los que aún nos quedan vestigios en el presente, además de unos cuantos desaguisados históricos, que no es el caso que se vuelvan a repetir. Para el futuro es preciso crear un nuevo sistema que equilibre la eficacia organizativa con la participación ciudadana y para eso, además de los entusiasmos y el empuje, hace falta hilar fino y tener creatividad, porque hasta ahora no se ha conseguido. Pienso que es el gran reto de Podemos porque es el único movimiento que ha aglutinado a la ciudadanía indignada después del detonante del 15M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario