El pasado día 25 de octubre los tres grupos de senderistas de los centros de mayores de Barakaldo tuvimos la excusión anual de convivencia en la que el ayuntamiento se hace cargo del coste de los autobuses. Además, en esta ocasión nos sorprendió con un par de regalos del gusto de la mayoría del personal. En este curso hemos superado la barrera de los 65 participantes y hemos tenido que flotar dos autobuses para dar cabida a los y las 80 participantes. Ello ha sido debido a la presencia del tercer grupo de los lunes y a los y las pertenecientes a la lista de espera para entrar en el programa.
El destino elegido fue el Nacedero del río Urederra en el valle de las Amescoas, en la cara sur del macizo de Urbasa. En la víspera nos llevamos un pequeño disgusto al ser informados de que había obras en un tramo por lo que no se podía visitar el primer pozo, pero no nos arredramos y allí estuvimos como un solo hombre en la parada de Landeta a coger nuestro ticket para el asiento correspondiente de los buses: rosa y verde. Solo faltó una persona. Además del permiso de la autoridad competente, contamos con el del tiempo, como en los toros. No hizo frío y solo tuvimos pequeños episodios de lluvia, sobre todo cuando ya desfilábamos hacia Bakedano y al final en Estella.
Creo que todos y todas disfrutamos de lo lindo de un paseo sumergido en un bosque increíble, arrullados por el sonido constante de los saltos de agua y extasiados por las figuras de las pequeñas cascadas y el intenso color de las pozas. Al principio sufrimos un pequeño desconcierto porque se nos dio unas indicaciones muy poco acertadas y perdimos tiempo, pero el personal, con muy buen criterio, aprovechó el impás para cargar energías, que con el madrugón el estómago reclamaba carburante. Después de pasar un primer tramo de pista correspondiente a la bajada, nos fuimos internando en la de subida a partir del pozo dos, dejando su visita para la bajada. A partir de aquí fuimos aprovechado el espectáculo del agua y la mayoría no se arrugó ante algunos pasos un tanto incómodos y arriesgados.
Cuando más estábamos entusiasmándonos nos topamos con una valla candada y un cartel que nos informaba que ya no se podía continuar la ascensión por razones de seguridad y de conservación del lugar, bajo multa de 600€. Lo que no esperábamos es que nuestros chóferes, conocedores de algún acceso por otro lugar, sí accedieron al surgente, no pagaron la multa y nos han cedido estas imágenes de lo que no pudimos disfrutar, por lo que les estaremos eternamente agradecidos. En fin, piratas pero de los buenos.
Tras la foto de grupo, imprescindible en estas ocasiones, se inició el descenso, dejando abiertas las opciones que se desearan seguir, solo que marcando una hora de llegada a la parada de buses. No se puede contar la cantidad de fotos de todo tipo que se realizaron, aprovechando los escenarios que en la subida se habían conocido. Como se había previsto, los que quisimos, bajamos a contemplar el espectacular pozo dos y su entorno de grietas y vegetación, aunque tuvimos que extremar el cuidado porque su acceso no era muy seguro y estaba mojado. Al entrar entrar en el pueblo, algunos aprovecharon que el bar primero ya estaba abierto para tomar algo. Claro que hubo quienes se lo tomaron con demasiado relajo y, como en toda excursión que se precie, no puede faltar el típico grupito que hace esperar al resto.
Nos dirigimos al camping de Iratxe, sito en pleno camino de Santiago y al pie de las míticas cimas de Monte Jurra, de grandes recuerdos históricos y políticos. Nada más iniciar la marcha se llamó a la cocina para que pusieran en marcha el arroz y parece ser que la paella estaba en su punto. En realidad, no es un camping al uso. Aquello parecía una urbanización con hotel, campos deportivos, equitación... así que los chóferes se las vieron para llegar al restaurante, teniendo que ejecutar maniobras propias de un examen de carnet. El servicio fue ágil y muy bien organizado. En cuanto a los menús parece ser que hubo pegas a cuenta del postre, pero por lo demás gustaron. No faltaron algunas canturriadas de las tradicionales en estas ocasiones. Llegó la hora de la recogida del dinero y cada cual pagó a su correspondiente coordinador o coordinadora. Es de agradecer y felicitar a todos y todas por haber facilitado este cobro trayendo los cambios preparados.
A partir de aquí nos dirigimos a dar una vuelta antes del regreso por la cercana e histórica población de Estella. Nos fuimos dispersando en pequeños grupos a lo largo y ancho del pueblo, buscando rincones pintorescos y admirando casonas, monumentos y grandes templos. Dan fe de ello las cuantiosas fotos que se fueron colgando en el grupo de senderismo. Esta vez no hubo que esperar a ningún rezagado, más bien, la mayoría estaba un cuarto de hora antes haciendo guardia en los bancos de la estación de autobuses. Y es que, entre el peso de la jornada y que el tiempo empezaba a ponerse pesado, había muchas ganas de volver a casa. El regreso fue rápido y sin problemas. En fin, creo que fue una jornada para el disfrute compartido, tal como estaba previsto. Pudimos ponernos cara entre los veteranos y los recién llegados y compartir experiencias. Al año que viene más... "pero no mejor, que es imposible" (con permiso de Guayomin)
Este es el explosivo surgente inicial
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