lunes, 14 de diciembre de 2020

Los límites de la indecencia


Los límites de la indecencia están en estos momentos sobrepasados por todos los costados. Hay asuntos públicos que rayan en lo vomitivo y otros de carácter social que son como para arrancarse los pelos de desesperación. Andamos ahora a vueltas con la fiscalidad del viejo rey, que no emérito porque ya ha hecho polvo el significado y el sentido de ese apelativo. Tenemos que soportar que un tipo así tenga un agujero con hacienda de tamaño descomunal y que ahora se haga el bueno. Vamos a ver, si le pagamos entre todos los contribuyentes desde los biberones hasta lo que está cobrando en la actualidad y ahora resulta que nos está sisando a todos "porque hacienda somos todos". Se ha forrado a costa de su título y de esa absurda inmunidad de la que gozan para reírse de todos nosotros. Después de todo lo que está saliendo a flote sobre su historial, ya no doy ningún crédito a lo que diga, ni siquiera al discurso de la noche del 20F, por mucho que nos sirviera para pasar el susto. Queda por averiguar que sí estaba de acuerdo con Armada y compañía y se echó atrás a última hora. 


De repente nos desayunamos con que entre las huestes de la milicia aún quedan rescoldos del africanismo que practicaron Mola, Sanjurjo, Yagüe y Franco: tierra quemada, el enemigo muerto no da problemas. Eso sí, invocando la salvación de la unidad de la patria, lo que no se acaba de entender si proponen eliminar a la mitad de la población. Por si eso fuera poco, publican una carta al rey. No queda claro si es para decirle a su majestad que están a su lado o si se trata de que el rey se tenga que poner al lado de ellos. La indecencia de estos señores se queda pálida por la desvergüenza de la diputada de VOX que no se cortó un pelo en decir que sí eran de los suyos. Y, subiendo un peldaño más, mira por dónde, la inenarrable presidenta de Madrid también les ha sacado la cara.

El partido popular bloquea el funcionamiento del estado porque no les gusta uno de los partidos que forman gobierno y deciden que so los malísimos que van a echar a perder la patria. No sé quien se creen que son para declarar un partido ilegal por su cuenta y desacreditar a unos millones de españoles y españolas que le han votado. Igual se piensan que con esa memez no vamos a darnos cuenta de que lo único que pretenden es mantener el statu quo actual del poder judicial, puesto en su mayoría por ellos mismos. De paso, con esa exigencia ven la oportunidad de desestabilizar el gobierno y de dividir por dentro al partido socialista, buena jugada con una sola carta. Ya lo dijo alguien y tenía razón: el PP no necesita abogados porque tiene jueces. Por si fuera poco, no han parado de desacreditar al país en Europa. Ahora la emprenden también con la educación, cuando la anterior ley, impuesta por ellos, ha abierto una brecha seria a todos los niveles. Nunca han querido llegar a un consenso, y ahora que se tienen que bajar del pedestal, soliviantan a las familias de la concertada inventándose que con esa ley no les van a permitir tener libertad de elección. Y es que la derecha española sigue anclada en el concepto decimonónico de que el poder es suyo y solo suyo, porque los demás somos unos ignorantes y unos insignificantes que solo sabemos meter ruido y, si se nos deja, en vez de gestionar el país, lo destrozamos.

Nunca he votado a HB ni a Bildu, pero visto lo visto igual me lo pienso. Ahora resulta que pretenden volver a juzgar a Otegi y a sus compañeros, después de que chuparon unos años de cárcel por un juicio que ha sido anulado por la justicia europea. Más aún , se les vuelve a acusar de que han pertenecido a ETA, cuando ésta lleva años enterrada. No pueden admitir de que en este país necesitamos cerrar heridas. Eso sí, con una memoria histórica que haga justicia a las víctimas,  pero esto no puede conseguirse mientras solo se busque venganza. De paso la derecha juega con esas víctimas para hacer propaganda electoral y faltar al respeto a los ciudadanos nacionalistas o independentistas.


A parte de estas lindezas y otras de su mismo pelo a niveles públicos, estamos soportando las indecencias de esos ciudadanos que se toman a la ligera, cuando no descaradamente, las normas elementales de protección personal y social en la pandemia. Llega a ser deprimente contemplar cómo no pocos de nuestros cachorros se dedican a organizar botellones y quedadas fuera de todos los márgenes exigidos. Más aún, se enfadan si les dicen que eso no se puede hacer y la emprenden a golpes con la policía o montan manifestaciones pidiendo libertad. 

Me paro aquí porque la  lista de indecencias que tenemos que estar soportando en estos días es mucho más larga que las pocas que he presentado aquí. Hay días que acabo con el estómago revuelto por la indignación y la impotencia. Acabo apagando la radio o no viendo el telediario. Menos mal que nos queda la oportunidad a los ciudadanos decentes de aportar hechos y dichos positivos a nuestro entorno cotidiano, sobre todo al más castigado por esta perra vida.