martes, 8 de enero de 2013

Mi amigo Luis se ha ido

Hemos cerrado el año en nuestro departamento de educación del Ayuntamiento con el disgusto de la muerte de Luis Choya Almaraz, el compañero que era jefe de nuestra sección. A pesar de que era una muerte anunciada tras dos años de pelea con el cáncer, no por ello nos ha dolido menos. El funeral fue masivo y se palpaban los sentimientos de dolor de los asistentes, como señal del afecto que le profesaban todos los que le habían conocido y, sobre todo, los que habíamos compartido el día a día con él. Luis era de esa especie de personas que resultan insustituibles y que dejan huella allí donde estén, como lo definió su mujer en las palabras que nos dirigió al final del funeral. 

Creo que ha sido una suerte contar con él en esta última etapa de mi vida laboral, aunque nuestra amistad prevenía de los tiempos en que compartimos el trabajo de educadores en el hogar municipal. Yo solía decir que más que Choya era un Chollo para nosotros poder contar con un compañero así. Más que un jefe al uso, Luis era el motor de todos nosotros y conseguía que  creyéramos en lo que estábamos haciendo y que era posible crear más proyectos y mejorar los presentes. Estoy convencido de que lo que más le podemos agradecer es que supo sacar lo mejor de todos nosotros, con lo que consiguió hacernos mejores personas y mejores profesionales. Detrás de sí ha dejado un equipo de trabajo tan cohesionado que llega a parecer una familia en su relación.

Luis nos ha dejado a todos atrás porque él tenía una visión que iba más allá del inmediato quehacer de cada día. Tenía muy claro por dónde había que avanzar para responder a los cambios sociales y a las necesidades que iban a generar y así ser más productivos, a la vez que sentirnos más satisfechos con nuestros trabajos. Tengo que reconocer que en algunas ocasiones, no estuvimos a su altura cuando nos empujaba a realizar técnicas modernas para optimizar el trabajo y los resultados, así como para crear la mayor sinergia posible entre nosotros. Pero él seguía intentando siempre nuevas fórmulas. Sus planteamientos respondían perfectamente a lo que se espera en la producción de las empresas modernas: formación - investigación, iniciativa - creatividad, trabajo en equipo - sinergia en red.

Pero, al mismo tiempo, pisaba la tierra de cada día como uno más. Sabía estar atento a las dificultades de cada uno, que conocía perfectamente, y proponer los pasos concretos para superarlas. No pocas veces cargó con nuestras limitaciones o meteduras de pata con tal de que no se parara el asunto o proyecto que trajéramos entre manos. En fin, como persona doy gracias a Dios, o la vida o como a cada cual le parezca mejor, por todo lo que me ha supuesto haber compartido mi amistad y mi trabajo con  Luis y, como barakaldés, por la suerte que ha tenido mi pueblo al contar con todos los recursos educativos y con todos los servicios que él ha creado y en cuya implicación sin reserva se dejado la vida.


Como recuerdo dejo aquí la esquela que él mismo redactó mientras se apagaba lentamente con total consciencia.