Lunes 2 de diciembre recorrimos la ruta de Zalla a Balmaseda. Cerramos noviembre con un récor y abrimos diciembre con otro, pero esta vez a lo alto: 31 participantes a pesar de la lluvia. O sea que de entrada llenamos medio autobús, así que los escasos viajeros que usan la línea en los pueblos de su recorrido ponían caras de todo tipo y la de algunas personas eran de enfado porque tenían que ir a atrás a sentarse. En una primera parte del día tuvimos que usar los paraguas pero poco a poco fueron desapareciendo. El recorrido se hizo sin incidentes, excepto la de un despistado que se tragó uno de esos barrotes que impiden el paso de los vehículos a los bidegorris, con la consiguiente caída, pero no fue a más porque pudo terminar el paseo sin problemas.
A poco de empezar pudimos disfrutar de los torrentes que bajaban caudalosos por las recientes lluvias, así como del espectáculo del río visto desde el puente. Aquí se aprovechó para hacer una primera sesión de fotos. Siguiendo la marcha nos encontramos a los que no se habían quedado enredados con las fotos, refugiados en el pórtico de la pequeñas ermita que está junto a las ruinas de la antigua ferrería. Adujeron la necesidad de sacar las capas, pero algunos ya estaban dispuestos a darle a la mandíbula. Costó reanudar la marcha, pero no tardamos mucho en llegar a nuestro rincón reservado para el bocata: el pórtico de la iglesia de La Herrera. Luego fotos y en marcha. Tocaba en esa parte del trayecto contemplar los lugares tradicionales: el puentecito de las fotos, la ermita de S. Antonio y lo que queda del palacio de los Urrutia. La ermita seguía en obras, pero lo que más nos impresionó, al menos a los que habíamos conocido el palacio entero -aunque ruinoso-, fue encontrarnos con que solo quedaba una fachada sujetada con contretes en las ventanas y huecos. Espero que cuando volvamos en dos años nos encontremos con algo más interesante, aunque eso sí que a a costar un pastón.
Llegamos tranquilamente a Balmaseda e inauguramos una vuelta más para llegar al centro del pueblo. Tomamos la calle que sale por detrás de la iglesia y del ayuntamiento hasta el final de las casas y seguimos una pista cementada dirección Pandozales que nos llevó hasta la carretera, que lleva a ese pueblecito, pero que nosotros tomamos para regresar al pueblo. Fuimos directos al emblemático puente para la hacer la foto de obligado cumplimiento aprovechando la inclinación del mismo. Hubo un pequeño problema porque, al entrar por la primeras calles, un grupo quedó descolgado al perder de vista a los de delante, que como es de rigor, los primeros tendrían que haber esperado a reagruparse. Habrá que seguir aprendiendo las dinámicas de ir en grupo.
Con un poco de suerte los que regresaban pillaron el lbus de vuelta enseguida. Nueve se quedaron a comer en un lugar un tanto acogedor, como se ve en su foto. Por lo demás, resultó ser una mañana de lo más agradecido: sin dificultades para caminar sin cuestas ni barrizales, sobre alfombras de hojas de los más diversos colores otoñales y rodeados de arbolado de ribera y de vegetación exuberante. Todo ello aliñado con buen humor y mejor compañía, así que jornada perfecta para disfrutar del nuevo récor de personal.