Feijó, Ayuso y todo el PP en pleno han calentado el ambiente con un discurso y unos relatos delirantes, más propios de la ultraderecha que de un partido de centro de corte europeo. Cómo se puede admitir que la presidenta de Madrid reclame la intervención del rey y de las fuerzas armadas. A mí también me está costando tragar este sapo y no por las razones que hacen rugir al nacionalismo español, sino porque un filibustero de la política y sus monaguillos que mintieron descaradamente a su pueblo, con lo que provocó una inestabilidad que le ha salido cara sobre todo a Cataluña, y ahora se va de rositas y pone condiciones. Si el PP quiere que se le considere un partido centrado y democrático de corte europeo, tiene el parlamento, el senado, las presidencias de las autonomías para hacer política, incluso puede recurrir a esa caterva de jueces y fiscales que le deben la poltrona. No me parece de recibo que se dedique a agitar la calle y provocar un ambiente de acoso y derribo por la única razón de que su líder está desesperado por no poder gobernar habiendo ganado las elecciones.
Eso sí, en ese caldo de cultivo Abascal ha levantado la tapadera de la alcantarilla de las cloacas franquistas y han salido a la calle atacando sedes, insultando a representantes públicos y armando disturbios. Para mí el problema no es tanto el ruido que están armando los descerebrados de turno que solo saben romper y agredir. Por si fuera poco ahora cuentan con el alta voz de los medios de comunicación que reducen el problema a lo escandaloso. El problema está en el coro de fondo: banderas franquistas, el Cara al Sol, escuchar la palabra alzamiento, el saludo falangista... Estos son los que están dispuestos a ir a la cárcel -en palabras de Abascal- para salvar la unidad de la patria. Tanto ellos como el PP lo que están haciendo es romperla de nuevo porque volvemos a las dos Españas de la historia y aquello acabó imponiéndose por las armas. Espero que esta vez, aunque no se llegue tan lejos, no se vuelva a crear una división tan profunda como la que tuvieron que sufrir nuestros padres y abuelos. "Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios, que una de las dos Españas ha de helarte el corazón" lo dijo el poeta en momentos revueltos y ahora nos están abocando a lo mismo. Vivir para ver.
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