martes, 11 de octubre de 2022

Sanguinarios

 


Se me revuelven todas las entrañas y me siento incapaz de seguir escuchando o leyendo noticias referentes a los últimos movimientos en la guerra de Ucrania. La perfidia y la sangre fría de Putin y sus cachorros de la KGB está llegando a límites de crueldad que hacen recordar a las peores pesadilla de las SS. Está por ver cuántas fosas llenas de cadáveres faltan por descubrir. Ahora hay que abrir una nueva cuenta de muertos en territorios alejados del frente de batalla. La rabia y la soberbia del Kremlin no ha podido soportar que sus planes militares hayan sido un tremendo fracaso militar y que están suponiendo un auténtica ruina para su país. El tipo de respuesta es antiguo pero no por ello menos cruel: masacrar la población civil y los que no hayan muerto que se encuentren con su hábitat destruido.

Las declaraciones de sus ministros y sus altos mandos llevan una carga de cinismo, de prepotencia y de mentiras que no se las pueden creer ni ellos. Supongo que lo que dicen podrá ser creíble para la parroquia rusa, que tiene la información controlada por ellos, pero lo que no pueden pretender es que tales declaraciones sirvan de justificación para sus desmanes ante el panorama internacional. Una vez más se repite en la historia de Rusia y de las repúblicas colindantes los baños de sangre, desde la crueldad de los zares, las limpiezas de los bolcheviques, el imperialismo soviético y últimamente sus herederos intentando reeditar las grandezas patrias perdidas a golpe de bombardeos.


He hecho el enlace anterior a otra entrada antigua de este blog, porque en ella se habla de los "africanistas": Franco, Mola, Sanjurjo...Generales que fraguaron su carrera en Marruecos. Aplicaban la ley de "tierra quemada", o sea, que arrasaban los poblados y aniquilaban a sus habitantes, así pretendían ahogar los movimientos rebeldes. Esa misma técnica la utilizaron en la guerra civil y, ya antes, en las represiones a las huelgas de los mineros y de los braceros del campo. La mejor manera de que el enemigo no moleste es acabar con todos: fusilamientos masivos y sin juicios previos. Franco y Mola permitieron también que la aviación nazi e italiana hicieran el experimento de utilizar las matanzas de población civil como arma de guerra: Gernika, Durango, las Encartaciones... al igual que en otros sitios de España, como Málaga. Y aún hoy estamos a la espera de que sigan apareciendo tumbas y se puedan recuperar los restos de familiares ejecutados.

 He querido recordar en esta entrada que lo  que estamos viendo hoy allí, hace un par de generaciones se vivió aquí. Pero no solo fue  una cosa del pasado, también aquellos dictadores dejaron su poso y hoy están retoñando sus herederos, no solo en Europa sino también en casa, como quien dice. Hemos tenido que escuchar cómo un grupo de jóvenes, que animaban una fiesta de Vox, cantaban una letra que echaba de menos volver al año 1936: lo que nos faltaba. Todo poder basado en la autarquía necesita la muerte y el terror para sustentarse.


Puede que aquí aún no nos asusten, pero no podemos permitirnos el lujo de perderles de vista, tal como vienen dadas en los países cercanos. Probablemente sus matanzas no sean a base de cañonazos, sino de discriminaciones, de limpiezas étnicas o de aporofobia, pero con unos resultados desastrosos para la población más vulnerable o para los que se atrevan a llevarles la contraria.

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