miércoles, 5 de noviembre de 2025

Lunes de senderismo 50

 


3 de noviembre volvemos a Plentzia un grupo de 29 senderistas. Repetimos la ruta, pero esta vez se trata de una salida oficial en la que queremos hacer partícipes de este estupendo paseo a los otros grupos.  Nos toca esperar el metro un buen rato, lo que explica que para próximas ediciones habrá que mejorar la convocatoria y adelantarla para poder coger el metro de las nueve en punto. Hemos disfrutado de un día magnífico. Fresquito por la mañana y luego sol en abundancia. De hecho a la hora del piscolabis la mayoría optó por hacerlo al sol y no en los bancos de la sombra. Durante todo el trayecto el grupo ha estado muy dispersado y alargado. Hemos contado hoy con el eterno espía del grupo de los martes, que quería aprenderse bien el camino para guiar mañana a su grupo. Iniciamos la marcha paseando por el muelle y el puerto de Plentzia y luego por el paseo de Gorliz hasta afrontar la subida al faro. Se volvió a producir la decepción de encontrar los baños públicos de la playa cerrados, así que se ha tenido más remedio que mantener los métodos habituales de alivio. 


Me he adelantando al grupo para pedir en la granja que nos abran el portón que da paso al camino de hierba que se dirige a Fano. Un joven muy amable se ha adelantado a abrirlo, lo mismo que un segundo, que no conocíamos porque han sustituido a la alambrada que vimos en la anterior ocasión. Ya desde aquí se han vuelto a escuchar las famosas llamadas a comer el hamaiketako. Después de pasar un tramo estrecho, algo barroso y lleno de vegetación, desembocamos en una amplia pista que nos ha llevado hasta Fano Bidea. En una de sus curvas se ha quedado el personal impresionado por el espectacular panorama que se veía. Con una pequeña desviación nos hemos parado a papear y a hacer la foto de rigor, que costó lo suyo porque un buen grupo no tenía ganas de moverse y otras estaban en el alicatado.


Retomamos la marcha recorriendo Fano Bidea, una pista amplia medio asfaltada pero sumergida en  un encinar precioso. Esta termina al tener que cruzar la carretera que sube de Armintza, entrando en terrenos de Lemoiz, que nos recibe con un tramo bien empinado en medio de casas de cierta categoría y algún que otro caserío. Cuando se los deja atrás, sale a la derecha un camino que hacía servicio a los trabajos de monte un tanto embarrado, que va descendiendo hasta la carretera de Andrakas. A mitad del descenso tuvimos la posibilidad de contemplar otra visión de Gorliz y la bahía, pero no mucho porque no se podía quitar la vista del suelo. Al terminar nos dedicamos quitar barro de los zapatos a base de hierba húmeda.


Allí mismo, nada más cruzar arranca una carreterita de servicio a los caseríos, que de paso nos abre el panorama de la zona denominada Abanico de Plentzia, plagada de abundantes y variados chalets. Después de un sube y baja ya desembocamos en una calle perfectamente urbanizada rodeada por ambas manos de una enorme incontinencia arquitectónica. Es como si hubiera habido un concurso de a ver quién ponía el edificio más exquisito o más rompedor y el resultado era realmente chocante. Perdimos el metro por dos minutos, así que estuvimos calentando los bancos de la estación un buen rato. Esto es como aquel que llegaba a casa descompuesto y decía que era el último vino el que le había sentado mal, queriendo ocultar los que habían caído antes. En fin, en Erandio bajaron diez, ya se sabe a qué, y el resto nos fuimos apeando a lo largo de las cuatro estaciones de Barakaldo.  


                                  

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