Llevamos una semana aguantando los informativos que calientan el comienzo del curso político. Hoy se ha llegado a uno de sus puntos álgidos: el comienzo del curso jurídico con toda la parafernalia de la presencia del rey y de los diversos representantes políticos y del gobierno. El calentamiento venía por la declaraciones de los estamentos carcamales de la judicatura pidiendo que el fiscal general no ejerciera de tal por tener una causa pendiente en el supremo. A todo esto el presidente del gobierno se había despachado a gusto denunciand0 a unos jueces que hacen de su capa un sayo metiéndose en política y sirviendo fielmente los dictados de la oposición. Entonces han salido de nuevo de la caverna para que el representante del gobierno, el titular de justicia, desapareciera del estrado.
A todo esto sale don Alberto en directa anunciando a bombo y platillo que por dignidad y por respeto a los jueces no va a acudir a dicho evento. Una salida más para embarrar más la situación y para seguir mostrando su desesperación y su cabreo, reclamando la presidencia que le fue arrebatada, que ya es hora de que se convoquen elecciones de una puñetera vez. Para hacer patria se ha presentado en la celebración del comienzo del curso político de la comunidad de Madrid. En su intervención se ha desgañitado despreciando la ceremonia a la que no ha querido acudir por estar presidida por corruptos. Ni respeto al rey, ni respeto al resto de la judicatura, ni a los españoles.
Pero ¡a dónde ha ido a parar! O sea, que el fiscal general está implicado por un asunto extraño que aún no se ha esclarecido y que está provocado por las maniobras del inigualable maquiavelista, Miguel Ángel Rodríguez, que mueve los hilos en Madrid. Según ha vociferado Feijoo, el presidente ha descalificado a todos los jueces, aunque quedó bien claro que puso nombre a los que denunció. El caso es que participa en el aquelarre político de Ayuso, que en su día con una maniobra perfecta de su asesor se deshizo de Casado porque había descubierto su implicación en un caso de corrupción de ella y de su hermano; que estaba presente el señor Rodríguez que hizo correr un bulo falso en referencia al novio de la Isabel y que consiguió con él irse de rositas porque lio al fiscal general; que allí estaría también la susodicha pareja de la señora que es un delincuente confeso.
Menos mal que don Alberto huía de una ceremonia llena de personajes indignos y fue a refugiarse al calor de los suyos, que parece ser son los llamados a dar alternativa a tanto desastre, inventado por ellos mismos, porque son los auténticos, los que están limpios de corruptelas... ¿Y este hombre puede llegar a presidir el país? Que Dos nos pille confesados!!!!
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