Lunes 10 de marzo, travesía de Gordexola. En el primer encuentro éramos solo 17, lo que nos extrañó, pero en llegando a la intermodal sumamos hasta 25, un buen numero. Otro lunes más en el que pudimos disfrutar de una mañana luminosa y de temperatura agradable. No comenzó la jornada con buen pie porque unos cuantos nos liamos a charlar y nos pasamos de parada. Otra persona no había aparecido a la hora prevista pero con el siguiente metro llegó a tiempo sin problemas. En fin, imprevistos de última hora que se superan bien por nuestra sana costumbre de quedar con tiempo de sobra. Enseguida localizamos el bus de la línea a Okendo, en el que completamos de golpe la primera mitad de asientos, con la lógica sorpresa de los usuarios habituales acostumbrados a encontrarlo medio vacío, lo mismo en el de vuelta que acababa de salir de Artziniega con dos pasajeros.
Comenzamos la andadura en Zaldu. Nada más echar pie a tierra nos encontramos con las campas escarchadas, una bonita imagen que hacía brillar el ambiente agrícola de ese primer tramo del trayecto. A poco de empezar nos encontramos con la primera de las torres que íbamos a encontrarnos en el recorrido, Urtusaustegi. Torre medieval muy bien restaurada. Bajamos al barrio de Azkarai para cruzar la carretera de Okendo y seguir por la margen derecha del río Herrerías.
Enseguida nos topamos con la torre Ziubiete, renacentista, con un palacio añadido en el siglo XIX de estilo neoclásico. En ese tramo del camino contemplamos toda una hilera de casas solariegas de planta cuadrada y tejado a cuatro aguas, típico de las Encartaciones. Su ambiente campestre contrastaba con la otra margen del río completa de polígonos industriales. Al fondo de ese tramo estaba la torre y palacio de Oxinardo. La torre era medieval, pero el palacio añadido es renacentista de estilo italiano. Esta vez lo pudimos contemplar a gusto porque los árboles de las tapias estaban sin hojas.
Pasando el puente medieval, retomamos marcha por la acera que bordea unos palacios impresionantes, hasta tomar posesión de los bancos de la plaza de El Molinar. Además de reponer fuerzas se aprovecharon los baños que están debajo del quiosco, en cuya escalera no pudimos hacer la foto de rigor por la posición del sol. Retomamos el paseo, esta vez por zona urbana, contemplando la insultante prestancia de la arquitectura de los palacetes indianos. Otro cruce de carretera y bajamos de nuevo a acompañar al Herrerías esta vez por su margen izquierda. A partir de aquí recuperamos de nuevo el ambiente campestre. En medio de él tuvimos que cruzar otro puente medieval para admirar otros caseríos del porte de los anteriores y contemplar desde la distancia la torre de Ibarguen, la última del recorrido, porque el acceso está cerrado y apenas se la puede ver de cerca.
![]() |
Ibarguen, la que vimos de lejos |
A continuación, también tuvimos que cruzar la carretera para acceder a un pequeño bidegorri que nos llevaba hasta el acceso a la senda de Irazagorria, dejando a un lado el palacio de los históricos Allende Salazar. Último cruce de carretera y de nuevo paseamos junto al río. Al llegar a la plaza de este barrio cruzamos el puente y al rato volvimos a cruzar el río por otro puentecito medieval (será por puentes) para llegar por la otra margen hasta el fin del trayecto, la mole de lo que fue una ferrería del siglo XVIII, que está tapiada. Allí tuvimos que esperar un buen rato al bus, pero se nos hizo corto, porque nuestra animadora Nieves nos montó una discoteca con canciones del año catapún que conocíamos todos y más de una se marcaron pasos de baile propios de la época. Estuvo genial.
La cuadrilla de la comida decidió comer en Arbuio, ca la rumana, pero una por despiste, otra por descuerdo y a la tercera por fin para bajarse. El chófer se agarró un buen mosqueo y siguió un rato farfullando. Es que somos la leche. Total en Barakaldo a las 14:45 horas, ni tan mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario