Uno no se puede explicar lo que sucede en este país. Por lo que se ve, la mayor parte de la población tiene las tragaderas más grandes que imaginarse pudiera o es más influenciable de lo que suponemos por la publicidad o el marketing . Entiendo que cada partido político cuenten con una serie de ciudadanos incondicionales, más allá de los militantes que lo sustenten. Entiendo también que haya estómagos agradecidos que consientan o que fomenten la corrupción y las prácticas mafiosas de sus representantes, porque algo sacarán de ello. Pero no me salen los cálculos para que, contando solo con los ahora citados, el PP pueda sacar tal cantidad de escaños.
Hay, por tanto, una gran cantidad de españoles y españolas que han mirado para otra parte, se han tapado la nariz o simplemente han recurrido a uno de los refranes más casposos de la lengua castellana: "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer". Y de la misma han dado su voto, como si nada, a una banda de corruptos que han magreado millones a espuertas del erario público, mientras nos pedían a los de a pie esfuerzos y sacrificios para sacar el país adelante. También queda otra sección de población que ha hecho caso al discurso del miedo o de las amenazas: que vuelve el frente popular, los comunistas y los extremistas y entonces nos van a llevar a la ruina, porque luego los mercados se enfadan y nos van a dejar a dos velas.
Por último queda otro tipo de votantes que se creen todo lo que les cuentan y dan por bueno que esos tales próceres de la patria están mejorando el paro, nos están sacando de la ruina y están muy preocupados por los servicios a los ciudadanos. De ese terreno la derecha sabe arrascar una buena cantidad de votos aprovechándose de su bajo nivel cultural y del espíritu de sumisión a los caciques, a los señoritos, o a los personajes importantes del momento, que aún anida en alguna generación. Recuerdo que al principio de la transición algunos compañeros gallegos, encofradores cobrando miserias a 45 horas semanales, estaban convencidos que había que votar a "D. Manuel -Fraga, claro-, porque era paisano suyo y mandaba mucho". Es doloroso comprobar que aún estamos en las mismas.
Lo que ya me deprime ha sido comprobar que el PP ha ganado en todas las autonomías excepto aquí y en Cataluña. Siento como que me están echando de España. Me cuesta sintonizar o sentirme parte de una población que, en su mayoría, no está dispuesta a mirar a su futuro y le cierra las puertas a las nuevas generaciones. Aunque siempre he exigido la autonomía que nos corresponde a los vascos por nuestros derechos, nunca me he sentido identificado con la ideología nacionalista, ni me ha parecido una bandera a seguir el independentismo. Resulta que, si seguimos así, voy acabar pidiendo la independencia de Euskadi, no por abrazar el trasnochado sabinianismo o las consignas machaconas de los Bildu, sino porque quiero salir por patas de un país que huele a rancio. Y qué mejor manera que la independencia para no tener que moverme de la tierra que amo y en la que tengo mis raíces y mi vida. Hay que ver qué vueltas da la vida. Mira por dónde van a tener razón en mi caso aquellos que dicen que el PP está siendo una máquina de crear independentismo.
Por último queda otro tipo de votantes que se creen todo lo que les cuentan y dan por bueno que esos tales próceres de la patria están mejorando el paro, nos están sacando de la ruina y están muy preocupados por los servicios a los ciudadanos. De ese terreno la derecha sabe arrascar una buena cantidad de votos aprovechándose de su bajo nivel cultural y del espíritu de sumisión a los caciques, a los señoritos, o a los personajes importantes del momento, que aún anida en alguna generación. Recuerdo que al principio de la transición algunos compañeros gallegos, encofradores cobrando miserias a 45 horas semanales, estaban convencidos que había que votar a "D. Manuel -Fraga, claro-, porque era paisano suyo y mandaba mucho". Es doloroso comprobar que aún estamos en las mismas.
Lo que ya me deprime ha sido comprobar que el PP ha ganado en todas las autonomías excepto aquí y en Cataluña. Siento como que me están echando de España. Me cuesta sintonizar o sentirme parte de una población que, en su mayoría, no está dispuesta a mirar a su futuro y le cierra las puertas a las nuevas generaciones. Aunque siempre he exigido la autonomía que nos corresponde a los vascos por nuestros derechos, nunca me he sentido identificado con la ideología nacionalista, ni me ha parecido una bandera a seguir el independentismo. Resulta que, si seguimos así, voy acabar pidiendo la independencia de Euskadi, no por abrazar el trasnochado sabinianismo o las consignas machaconas de los Bildu, sino porque quiero salir por patas de un país que huele a rancio. Y qué mejor manera que la independencia para no tener que moverme de la tierra que amo y en la que tengo mis raíces y mi vida. Hay que ver qué vueltas da la vida. Mira por dónde van a tener razón en mi caso aquellos que dicen que el PP está siendo una máquina de crear independentismo.
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