Me parece absurdo el que estemos pendientes, una vez más en la historia, de que los descendientes de Drake sigan pirateando impunemente a diestro y siniestro. Siguen imponiendo la agenda del resto de Europa y ponen condiciones para seguir en la Unión, esto es, solo se apuntan a los beneficios y no quieren responsabilidades. Y lo que me parece más absurdo es que encima les estemos dando mimitos para que en el referendum salga que se queden. Vale que sigan con sus medidas, con el volante a la derecha, con la libra y con el té a las cinco, pero esto de ahora es mucho morro y supone piratear a la cara a los estados socios y a los trabajadores europeos, o sea, que se vayan de una vez y les aplicamos a ellos lo que quieren hacer con los demás. Por otra parte, se está viendo que otros estados se dieron mucha prisa para que fueran admitidos en la Unión, pero ahora que vienen mal dadas, porque hay que asumir un problema grave entre todos, se tiran con el tren en marcha: que si vallas, muros, restricciones y, lo último, otro referendum en Hungría para lavarse las manos porque la gente dice que en mi casa mando yo.
Calais |
En mis breves incursiones laborales por Europa, tuve que mantener encuentros y asambleas decisorias con representantes de otros grupos europeos. Me quedé con la sensación de que lo que iba a misa no era lo que se hablaba en público sino lo que se cocía debajo de la mesa de los más interesados. Todos eran muy educados o asentían amablemente, pero cuando salían los resultados de las votaciones resultaba que no te habías enterado de nada. A través del tiempo transcurrido desde que entramos en la Unión, me he podido percatar de que esas impresiones de cinismo y de amarrar por la espalda siguen siendo el santo y seña de los que cortan el bacalao en este sarao europeo.
Sin embargo, no tengo por qué reducir el concepto o el futuro de Europa a lo que marcan un colectivo de dirigentes retrógrados y vendidos al mercado. Más bien quiero quedarme con lo que para mi representa la unidad real: la ciudadanía organizada en movimientos sociales, sindicales o en los miles de voluntarios que se ofrecen para acoger refugiados, emigrantes o para sacar con vida a los que se están ahogando en el pozo de las medidas económicas impuestas al pueblo llano.
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