domingo, 17 de mayo de 2009

POLITICIRCUS



El espectáculo político al que estamos asistiendo sería de auténtico circo si no fuera por la que está cayendo. Todos hablan de la crisis, de los parados, de la deflacción y de todos esos términos que, sin saber exactamente qué significado tienen, suenan a que esto va de mal en peor. Uno acaba preguntándose si, en el fondo, con tanto ruido y tanta palabrería lo que les importa a un amplio sector de políticos es aportar soluciones a la situación o, simplemente aprovechar la coyuntura para lucir el palmito o para disponer de arma arrojadiza letal contra los de enfrente.


Sale a la palestra del parlamento todo un presidente del gobierno improvisando propuestas sin contar previamente con nadie y vendiéndolas como antídoto seguro para dar un vuelco a la situación y comenzar a ver luz verde. Pero luego surgen algo más que dudas. Resulta que promete ayudas para fomentar la compra de automóviles y las tienen que pagar otros también, con los que no ha hablado. Anuncia unas medidas para facilitar el acceso a la vivienda de los jóvenes y a renglón seguido su grupo político tiene que andar haciendo componendas. Me quedé de piedra al oír lo del ordenador para los de 5º de primaria y que la cosa empezaría en septiembre, ya que de este tema entiendo algo más ¿Quién le convenció de tan brillante idea? ¿Dónde están los profesores preparados para ese tipo de enseñanza? ¿Quién va a pagar al final los ordenadores? ¿Qué tanto por ciento de las familias con hijos en edad escolar está preparado para asumir una responsabilidad así? ¿Cuántas experiencias pilotos y dónde se han llevado a cabo para poner en marcha esta revolución de la enseñanza?


En la sesión de circo le tocó a continuación el turno al señor faltón de la oposición que no sabe más que soltar improperios, aprovecharse de lo mal que va todo para sacar tajada e insultar impunemente al personal, a los diputados presentes y a la inteligencia del resto de españoles que le escuchamos. Lógicamente no aportó ninguna propuesta porque, si la tenía, sabía que no iba a gustar mucho al ciudadano medio de la calle y si no tenía ninguna le daba igual porque lo suyo era montar bronca. Al final esta majarada quedó reducida a la batallita de los medios de comunicación sobre si ganó la pelea uno u otro. Esa es otra, estoy seguro que gran parte de la ciudadanía íbamos a adivinar el resultado qué daría cada periódico o cada cadena de radio sin haber abierto el diario o haber sintonizado el aparato.


Y por si fuera poco el circo político, aquí nos encontramos con el circo sindical. A mi modo de entender la propuesta de huelga del día 21 es una majarada calidoscópica, porque se mire por donde se la mire no tiene ni pies ni cabeza. He leído convocatorias de alguno de los convocantes cuyos razonamientos me han parecido patéticos, cuando no absurdos porque todo el mundo sabe que lo que está detrás de ella no es ni la crisis ni el paro. Se echa encima del gobierno nuevo la culpa de la política del anterior, mientras en su momento no se dijo ni mu. En el fondo es una pataleta más entre abertzales y "unionistas", como llaman ahora los batachunderos al nuevo gobierno.



A parte de eso hay un problema mucho más grave provocado por esa convocatoria. Se han saltado lo más elemental en sindicalismo ante un problema de la magnitud de la crisis actual que es la unidad sindical a la hora de plantear propuestas y proponer alguna acción unitaria. No se puede empezar por pretender paralizar el país cuando ni siquiera se ha aceptado sentarse junto a los demás sindicatos en la mesa de acuerdos sociales que ha convocado el lehendakari. Es ahí donde hay que estar primero a defendernos y a velar por que no nos la metan otra vez doblada. Y si no nos hacen caso, entonces sí se para todo lo que haya que parar. Pero antes hay que ponerse de acuerdo por qué soluciones no se puede pasar y hacia dónde hay que encaminar las salidas. Y en vez de estarse preparando para una responsabilidad tan grave, se sale con respuestas viscerales que sólo llevan a liarse a reproches, cuando no a tortazos, para ver quién puede más, quién es el más auténtico y para jorobar a esos que nos caen tan mal y que quieren gobernar.


Lo dicho, si no fuera por el respeto a las víctimas del desastre económico y social que estamos padeciendo, podríamos encargarle a Darío Fo que nos hiciera una comedia de las suyas con estos espectáculos. No nos vendría mal, por otra parte, que alguien encargara a los de vaya semanita que programen una serie de terapias humorísticas para que no acabemos todos depres ante tanto dislate.

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