No hace mucho me llamó el inspector de un instituto para preguntarme por un alumno derivado a un programa complementario que había desaparecido. Mi amigo Q. Le he comentado que en este caso estamos con las manos atadas y que ya nos queda muy poco que hacer. Ha desaparecido de Barakaldo y no podemos actuar desde los servicios sociales municipales. Diputación tomó de nuevo cartas en el caso y luego se olvidó de él. He conseguido tomar contacto con la asistente de Sestao que lleva el caso de sus hermanas y a través de ella me he podido hacer composicón del panorama familiar. En estos momentos se ha recluido en casa de sus hermanas. No sale para nada y no quiere hacer nada hasta que cumpla 16 años y entonces se dedicará a repartir pizzas, eso me dijo una de sus hermanas. Le pedí a ésta que lo trajera al CIP para ver si podíamos animarle a seguir su formación y así normalizar algo su vida, pero no han aparecido.
Nacer hijo de una pareja de yonkis y, encima, haber sido no deseado es nacer ya estrellado desde el primer lloro. Conocí a Q en el hogar con 8 años. Ya habían desfilado antes sus dos hermanas mayores y coincidió en una temporada con la segunda. Por aquella época su madre estaba en el pozo más profundo del desastre humano. Había tendido el cuarto hijo y ya no sabía qué hacer con ellos ni a quién colocárselos. Habían acabado viviendo hacinados en casa de una tía abuela mayor junto con otra tía y su pareja. Cuando Q apareció en el hogar nos percatamos inmediatamente que padecía un abandono patente. Sus comportamientos extraños llegaban a veces a ser demenciales, cuando no acababan en autolesiones.
Su proceso de deterioro psicológico era alarmante pero muy difícil de abordar. Es imposible saber o llegar a intuír qué pasa por el interior de un crío que es consciente de que solo le consideran un ser molesto con el que no se sabe qué hacer. El tuvo que salir de su casa pero se quedó, como rey de ella, el hermano que acabab de llegar detrás de él. Es desgarrador escuchar a un niño de 9 años gritar desencajado "soy una puta mierda", mientras le sujetas para que no se dé cabezazos contra la pared. Ese tipo de escenas eran recurrentes los lunes cuando volvía de pasar el fin de semana con la familia. Podían darse en plena calle o al acostarse, cuando se quedaba solo en su habitación.
Después de pasar por dos hogares volvió con su madre. Esta ha cambiado dos veces más de pareja. Parece ser que con el último compañero de la madre Q se llevaba bien y, dentro de su deterioro mental, tuvo una época relativamente normalizada que nos hacía esperar un proceso de recuperación. El año pasado su madre tuvo otro hijo y con su pareja se marchó fuera, al pueblo de los abuelos maternos, donde cuentan con una casa que éstos ya no usan. Q se quedó solo refugiado en casa de su tía y luego con sus hermanas, que han sido madres a los 16 y a los 17 años. Ellas tienen su renta básica y hacen algún trabajillo en el tiempo que les deja libres el cuidado de los críos, pero ne están para más historias.
Y aquí le tenemos. Sus hermanas le aguantan en casa y no tienen ninguna asignación económica por él. Diputación sabe que está ahí y se conforma con eso porque vive en una casa y hay familiares que le cuidan. La asistente social no interviene porque el caso es de Diputación. La madre seguirá encantada con su nueva vida. El padre no ha existido nunca. Es invisible para todos. Mientras esté ahí recluído y no dé guerra, nadie le va a hacer caso. Y si arma alguna gorda la justificación está servida "el pobrecito estaba muy mal de la cabeza". Me puede decir alguien cómo puede vivir por dentro un adolescente el que no pinte nada para nadie ¿Qué terapia o tratamiento puede llenar semejante agujero negro de afectos? ¿Con qué cara le voy a exigir que vuelva a clase o de dónde me voy a sacar una motivación para convencerle?
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