Al llegar al cruce que lleva al barrio de Gorordo tomamos su carreterita rural y fuimos sumergiéndonos en ese paisaje de la Bizkaia profunda y verde, entre caseríos bien cuidados y casoplones de alto nivel. Uno de ellos había acotado el paso al lado de su terreno, lo que produjo cierto desconcierto en el personal, pero solamente nos obligó a hacer una pequeña desviación sin importancia.
En el refrigerio se estuvo debatiendo sobre la forma de aprovechar el último lunes de junio para hacer una despedida particular del grupo en Orduña y Delika. Luego vinieron las fotos de rigor en el castillo a pesar de estar amurallado esta vez en chapas por aquello de las obras y el lavado de cara. Lo de la limpieza era más que evidente vista la comparación con lo que aún estaba como antes. Seguimos la ruta por detrás entrando en un tramo de sube y baja, que poco a poco nos fue llevando al techo del recorrido, muy cerquita de la cumbre del Eguskiza, con un panorama más de prados y con los consiguientes casoplones y caseríos. Nos dejamos caer hasta entrar en Urduliz. Llegamos justo cuando el metro estaba entrando en la estación y el conductor tuvo a bien esperar hasta que fuéramos entrando. Los que se iban a quedar en su txoko habitual de Erandio esperaron al siguiente. Así que a las 14:45 ya estábamos en Barakaldo.
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