
Ha llegado un informe de la ONU que acusa a los nuevos decretos que han anulado la ley de la memoria en las comunidades autónomas regidas por el PP. Dicho informe llega a decir que esos decretos están en contra de los derechos humanos. Así que el pretendido cambio de la ley de la memoria histórica por otra titulada de convivencia solo ha pretendido lavar la cara al pasado sangriento del franquismo, en aras de un buenismo que solo pretende satisfacer a los herederos del mismo y que el PP se lo ha comido con patatas porque necesita a VOX para gobernar en esas comunidades. Sin embargo, Feijoo ha desacreditado sin más dicho informe y ha defendido a los gobiernos de su partido. Lógicamente no solo se ha conformado Feijoo con pasarse por el arco de triunfo al informe de la ONU, sino que lo ha usado como un arma arrojadiza más contra el gobierno, igual que todo lo pilla a mano, como, por ejemplo, el lío que ha tenido con el presidente ultraderechista de Argentina al que le ha sacado la cara, porque el gobierno de Sánchez tiene la culpa de todo.

Lo que estamos descubriendo es que nos vendieron que el PP traía de Galicia para dirigir su partido a un hombre de gobierno experimentado, de gran personalidad y con intenciones de hacer política, pero no es así ni por asomo. En realidad es un cacique redomado de los muchos que han asolado Galicia, y que aún los hay al amparo del PP, que no permite que nadie le lleve la contraria o le haga la menor sombra. Más aún nos dicta lo que tenemos que saber y nos asegura que solo él lo puede arreglar todo con unos discursos delirantes, fuera de la realidad y plagados de mentiras, solo aptos para gente inculta o crédula, que son un insulto a la inteligencia del personal.
Creo que el problema de la memoria histórica parece algo que está ahí pero no importa, solo que hay gente que necesita meter ruido. Afecta más, a mi modo de entender, de lo se supone a primera vista tanto a personas como a instituciones. Los de mi edad hemos tenido que deconstruir todo el adoctrinamiento franquista y del nacional catolicismo, que le sirvió de vehículo, cosa que sería imposible sin una memoria histórica que nos dé luz y ponga en su sitio lo que fue pasando y a sus responsables. Las nuevas generaciones no han tenido una información suficiente sobre ese período en sus estudios de historia en la educación obligatoria y, por otra parte, se rompió, en un sector mayoritario de la población, el hilo conductor de la tradición oral en el seno de la familia. Había un mandato implícito en el ambiente de que no se tenía que hablar de ciertos temas, no había que meterse líos ni en política.

De ahí que no se conozca, por desidia de los padres o por desinterés de los menores, cómo vivieron nuestros antepasados cercanos, sin ir más lejos, esos períodos: consecuencias de la represión política, condiciones laborales, libertad de expresión, migración interna y externa para sobrevivir, autoritarismo gubernamental y eclesiástico... Ese ejercicio de la memoria se puede extender también a otros campos de la vida, como las consecuencias del terrorismo o de la heroína y otras drogas, que barrieron muchas vidas y a otras víctimas las dejaron hechas polvo.
O sea, lo de siempre: lo que no se conoce se puede repetir. Es lo que más puede interesar a los partidos y grupos ultraderechistas: pillar a las nuevas generaciones con la guardia baja por su desconocimiento o su falta de interés, para en adelante poder repetir en corregido y aumentado los errores y los horrores que se dieron en nuestra historia reciente.
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