viernes, 22 de junio de 2018

¿De qué estamos hablando?

A raíz de los atascos que tenemos que soportar los vecinos de Barakaldo cuando hay eventos multitudinarios en el BEC, había comentado con varios conocidos las oposiciones de Osakidetza. Curiosamente comenzaron a salir en la conversación casos de familiares y conocidos que dejaban a las claras unas actitudes que parecían fuera del sentido común o de la realidad social en que nos movemos: se habían presentado a las oposiciones de Osakidetza sin abrir un libro o tomándose la preparación a la ligera. Se comentaba que, por la formación que habían tenido, si se hubiesen preparado un poco, las posibilidades se habrían multiplicado, pero se encogen de hombros y ya está, se quedan tan pichis. Casualmente mi amigo Orencio, entre las conversaciones de uno de los paseos montañeros, me cuenta otra historia similar. Un conocido suyo que trabaja en un hospital le dice a su hija que, si aprueba el examen inicial de esas oposiciones, le asegura un puesto de trabajo en el mismo. La chica debía estar muy ocupada con su nueva pareja y suspende ¿Qué no había entendido del "si apruebas"? Y es que hay gran cantidad de personal que no se pone las pilas hasta que no le ve las orejas al lobo. Claro que entonces se es más mayor, cuesta más estudiar y se tiene otro tipo de responsabilidades que no facilitan precisamente la preparación.

Me temo que no se trata de anécdotas puntuales, sino que es un indicador de una manera de andar en la vida por un sector de la juventud actual que tiene acabados los estudios superiores o similares. Parece una contradicción flagrante, teniendo en cuenta las dificultades que encuentra este sector de jóvenes para independizarse y plantearse un plan de vida con plenas garantías. De ahí que el título de esta entrada muestre la perplejidad ante semejantes noticias, porque surgen múltiples preguntas de doble dirección: algunas referidas a los padres -"qué hemos hecho o qué estamos haciendo"- y otras a la inconsciencia de la que hacen gala ese tipo de jóvenes -"porqué no les importa el futuro o porqué no tienen ningún plan de vida, más allá de pasárselo bien"-. Parece que estamos enterrando la cultura del esfuerzo, del empeño, de marcarse objetivos en la vida... Y sin embargo, esas van a ser herramientas imprescindibles para sobrevivir en una sociedad tan competitiva y tan cruel con los jóvenes que están empezando y, no te digo, con los que tengan pocos recursos.



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