El sábado pasado tuvimos la suerte de poder hacer la salida de despedida de esta temporada, que ha sido un tanto escasa en escapadas. Nos dirigimos a dos cumbres menores que marcan la muga entre Dima y Areatza, Urrekoatxa e Ilunbe, partiendo del barrio de Lamindao, un bucólico entorno que está en medio de ellas. Dejamos el coche entre el cementerio y un caserío de tipo antiguo muy bonito y comenzamos por el Urrekoatxa. Enseguida nos situamos en el que suponíamos era el único camino a seguir de por aquellos alrededores, porque las instrucciones que había descargado Juanjo no aclaraban nada. Al dejar atrás el último caserío -más bien chaletazo de imitación a caserío- tuvimos un incidente con un perro que andaba suelto. Cuando nos vio siguió andando a nuestro lado tan amigo, pero un cachorrillo, que cabía en una mano, se había alejado y estaba en el borde del camino. En ese momento se erigió en protector del enano y se puso como una auténtica fiera, así que me tuve que plantar ante él bastón en ristre.
Siguiendo el único camino que parecía transitable nos encontramos con tramos llenos de hierba y daba la impresión de que por allí no había pasado nadie desde las guerras carlistas, pero no nos quedaba otra porque si no tendríamos que hace el cabra por las rocas. Acabamos con los pantalones calados rodeando el roquedo de la cumbre hasta acabar en la pista que da acceso a las antenas que se ven en la cumbre. Es curioso porque parece que este montón de rocas puestas al tuntún pero está en el centro de de dos espacios impresionantes. Por la parte de Dima todas las cimas del Aramotz, y a los pies el barrio de Indusi que inicia la subida al Gentilzubi y a Balzola. Por la de Areatza todo le paredón de Lekanda y Axular y la cara del Gorbea por Atxuri. Hacia el este el puerto de Dima con el Sabigain de fondo y al oeste se abre el valle de Arratia hacia Bilbao. No es de extrañar que lo hayan usado para poner antenas.
Volvimos hasta el barrio de partida y nos encaminamos hacia la cima de Ilunbe. Al coger la desviación que llevaba a la cumbre, nos llamó la atención la cantidad de coches que había en una de las edificaciones; luego vimos a la bajada que estaba anunciada en la carretera general. Bonito sitio para una escapada. Comenzamos, por indicación de un lugareño, por una pista amplia, que al poco tuvimos que dejar para meternos en otra maraña de hojarasca y hierbas crecidas para terminar de empaparnos. En medio del arbolado, que cubre toda la ladera, nos encontramos con un claro asilado del mundo, repleto de helechos que nos llegaban a los sobacos. En la cumbre disfrutamos del panorama y del roquedo cubierto por un encinar, además de los bocatas de rigor. Fue una agradable despedida de la temporada ya que ahora vienen las vacaciones, el calor y otro tipo de actividades. Hasta la próxima, quedan estas fotos.
Siguiendo el único camino que parecía transitable nos encontramos con tramos llenos de hierba y daba la impresión de que por allí no había pasado nadie desde las guerras carlistas, pero no nos quedaba otra porque si no tendríamos que hace el cabra por las rocas. Acabamos con los pantalones calados rodeando el roquedo de la cumbre hasta acabar en la pista que da acceso a las antenas que se ven en la cumbre. Es curioso porque parece que este montón de rocas puestas al tuntún pero está en el centro de de dos espacios impresionantes. Por la parte de Dima todas las cimas del Aramotz, y a los pies el barrio de Indusi que inicia la subida al Gentilzubi y a Balzola. Por la de Areatza todo le paredón de Lekanda y Axular y la cara del Gorbea por Atxuri. Hacia el este el puerto de Dima con el Sabigain de fondo y al oeste se abre el valle de Arratia hacia Bilbao. No es de extrañar que lo hayan usado para poner antenas.
Volvimos hasta el barrio de partida y nos encaminamos hacia la cima de Ilunbe. Al coger la desviación que llevaba a la cumbre, nos llamó la atención la cantidad de coches que había en una de las edificaciones; luego vimos a la bajada que estaba anunciada en la carretera general. Bonito sitio para una escapada. Comenzamos, por indicación de un lugareño, por una pista amplia, que al poco tuvimos que dejar para meternos en otra maraña de hojarasca y hierbas crecidas para terminar de empaparnos. En medio del arbolado, que cubre toda la ladera, nos encontramos con un claro asilado del mundo, repleto de helechos que nos llegaban a los sobacos. En la cumbre disfrutamos del panorama y del roquedo cubierto por un encinar, además de los bocatas de rigor. Fue una agradable despedida de la temporada ya que ahora vienen las vacaciones, el calor y otro tipo de actividades. Hasta la próxima, quedan estas fotos.
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