Ayer escuché en la radio unas declaraciones de Maite Pagazaurtundua que estaba en Lesbos en calidad de parlamentaria europea para comprobar la ejecución de las devoluciones masivas de refugiados acordadas por la comisión. Me llamó la atención con qué claridad definió la realidad de la Unión Europea: nos hacen creer que estamos en el país de las maravillas, como Alicia corriendo detrás del conejo. Resulta que en el parlamento europeo se ha criticado y rechazado el plan de devoluciones acordada por la comisión pero no ha servido para nada. "Nos permiten hablar y parece que nos dan la razón pero luego siempre surge alguna ordenanza, algún acuerdo y no sirve de nada lo dicho". O sea, que los ciudadanos votamos un parlamento y luego se cocinan las decisiones que van a misa en otros fogones, lejos de la luz y de los taquígrafos.
Algo parecido nos pasa aquí dentro de este ambiente revuelto de falta de gobierno y con una posible repetición de elecciones en el horizonte. Después de conocer el aumento del déficit que nos deja el gobierno anterior, Montoro con todo su cuajo echa la culpa a los gobiernos autonómicos y nos deja un curioso recadito por si los ciudadanos aún no nos hemos enterado. Salga quien salga elegido no le va a quedar otra que seguir haciendo lo mismo que ellos: los recortes, ajustes y demás órdenes que le lleguen de Bruselas para saldar la deuda y si no... Así que mientras que aquí nos estamos volviendo locos con tantas elecciones, resulta que da lo mismo a quién pongamos ya que va tener que seguir haciendo lo que le manden y eso ya nos es de sobra conocido. Bueno igual le permiten al nuevo gobierno que lo disfrace un poquito con alguna medida de tipo social, pero sin pasarse, por aquello de quedar bien.
Tiene mucha razón la parlamentaria. Pretenden que nos comportemos como siervos o esclavos felices que se conforman con lo que hay y porque, además, se nos permite que hablemos o que elijamos representantes porque hay democracia. Todo un detalle por parte de esos regidores de traje negro en la sombra. Claro que lo que no están dispuestos a consentir es que elijamos a aquellos que no les gustan o que les pidamos cosas que pongan en solfa sus intereses. Y es que Europa es una "sociedad cerrada": cerrada para los que vienen de fuera y para los que vivimos dentro, sobre todo en los países menos poderosos; cerrada a sus posibles evoluciones y transformaciones sociales y humanas. Los poderes fácticos están cercenando la libertad creadora e intentan absorber o desactivar todas las iniciativas y las cooperaciones activas encaminadas a conseguir una mayor dignidad humana para todos. Están de sobra preparados para amortiguar el ruido de todo pensamiento alternativo con una pizca de sal utópica en su condimento. Permitir esas veleidades sería un error desastroso de consecuencias incalculables para la estabilidad, para la economía, para la recuperación del empleo y bla, bla bla... Ya les vale!!
Creo que tenemos claro, más que de sobra, la diferencia entre una sociedad humana y otra inhumana, igual que entre una libre y otra cerrada a cal y canto. Ahora solamente nos queda aceptar que lo poco o mucho que nos queda por hacer es el compromiso por transformar este fiasco de Europa tan bien maquillado, partiendo de una crítica despiadada y de una cooperación activa en proyectos concretos enfocados a superar las contradicciones y sufrimientos del presente que la siguen deshumanizando. Ya que el panorama no resulta muy halagüeño, por aquello de que lo último que se pierde es la esperanza, quiero terminar recordando la conciencia utópica de E. Bloch: "Solo cuando se desea lo que aparece como imposible, se llega realmente a las fronteras de lo posible". Que por desear que no quede.
Tiene mucha razón la parlamentaria. Pretenden que nos comportemos como siervos o esclavos felices que se conforman con lo que hay y porque, además, se nos permite que hablemos o que elijamos representantes porque hay democracia. Todo un detalle por parte de esos regidores de traje negro en la sombra. Claro que lo que no están dispuestos a consentir es que elijamos a aquellos que no les gustan o que les pidamos cosas que pongan en solfa sus intereses. Y es que Europa es una "sociedad cerrada": cerrada para los que vienen de fuera y para los que vivimos dentro, sobre todo en los países menos poderosos; cerrada a sus posibles evoluciones y transformaciones sociales y humanas. Los poderes fácticos están cercenando la libertad creadora e intentan absorber o desactivar todas las iniciativas y las cooperaciones activas encaminadas a conseguir una mayor dignidad humana para todos. Están de sobra preparados para amortiguar el ruido de todo pensamiento alternativo con una pizca de sal utópica en su condimento. Permitir esas veleidades sería un error desastroso de consecuencias incalculables para la estabilidad, para la economía, para la recuperación del empleo y bla, bla bla... Ya les vale!!
Creo que tenemos claro, más que de sobra, la diferencia entre una sociedad humana y otra inhumana, igual que entre una libre y otra cerrada a cal y canto. Ahora solamente nos queda aceptar que lo poco o mucho que nos queda por hacer es el compromiso por transformar este fiasco de Europa tan bien maquillado, partiendo de una crítica despiadada y de una cooperación activa en proyectos concretos enfocados a superar las contradicciones y sufrimientos del presente que la siguen deshumanizando. Ya que el panorama no resulta muy halagüeño, por aquello de que lo último que se pierde es la esperanza, quiero terminar recordando la conciencia utópica de E. Bloch: "Solo cuando se desea lo que aparece como imposible, se llega realmente a las fronteras de lo posible". Que por desear que no quede.
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