miércoles, 9 de abril de 2014

Otra despedida,Olga Laseca Abella

Escudo de Laseca
La semana pasada me tocó despedir a otro ser querido, aunque no sea familiar, una de esas amigas a las que les profesas admiración además del cariño propio de la amistad. Olga ha sido de siempre una mujer entera que lo ha dado todo en la vida por su familia. 48 años de matrimonio, sacar dos hijos adelante y cuidar de sus mayores. Esto no impidió que su entrega fuera más allá. Fue una colaboradora incondicional en su parroquia y, sobre todo, fue una de esas mujeres voluntarias, que, además de trabajar todo lo que su tiempo libre les permite, lo hacen con cariño y con detalle y así consiguen que Caritas sea mucho más que una ONG. Ultimamente se había dedicado especialmente a acompañar a alguna anciana solitaria en la residencia Miranda y no se conformaba con eso, sino que conseguía formar tertulias y corrillos animados. Aún después de que se le detectara el cáncer de páncreas que acabó con su vida, siguió manteniendo sus actividades. Vi llorar en su funeral a personas de esa residencia.

Yo tenía la posibilidad de verla cuando iba a visitar a mi madre y nos encontrábamos en el jardín, en las salas o en las entradas y salidas. Era entonces un placer poder platicar con ella y sus conversaciones siempre dejaban un poso de humanidad, de disposición, de interés por todos y de inquietud por llegar a donde no se llegaba o de corregir fallos en la organización. Olga ha sido para mí una de esas personas que consiguen que nos reconciliemos un poco con la humanidad, en medio de tanta inhumanidad como nos está tocando soportar. Al mismo tiempo, Olga y muchas mujeres como ella son el referente que debe representar a los creyentes, a los seguidores de Jesús. A ellas hay que referirse cuando se dice "la iglesia", más allá de conceder esa titularidad a jerarquías o a entidades canónicas.

He tenido la oportunidad de acompañar a su familia en esos momentos de duelo. Me une a su marido la típica confianza que da el haber compartido colegio en nuestra infancia. De alguna manera también he hecho mío ese dolor, pero estoy convencido de que todo lo bueno que nos ha dejado seguirá creando vida y compromiso entre nosotros. Gracias Olga.

2 comentarios:

  1. Un abrazo, compañero, y gracias por publicar este texto.

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  2. Muchas gracias Luisfer por todas estas palabras que le has dedicado a mi madre. Siento mucho no haberlas visto antes...
    No se puede hacer mejor ni más bonito el resumen de lo que fue su vida.
    La echo tantísimo de menos! Fue una gran madre, gran amiga y grandísima persona.
    Sé que tú también fuiste un gran ejemplo para ella. Gracias de nuevo! Un abrazo enorme

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