domingo, 24 de noviembre de 2013

El granado

Ese árbol que se ve en la foto es un granado. A mí particularmente no me hacen mucha gracia las granadas, a María sí que le gustan. Por eso se fijó en él y le sacó esta foto. Pero en lo que sí coincidíamos los dos era en admirar dónde había sido capaz de crecer. De siempre me ha llamado la atención en mis paseos montañeros esos pinos o acebos que parecen salir de la misma roca y que están perdidos en medio de un roquedo o de algún paredón. Para mí son el símbolo de que la vida es posible en las condiciones más impensables. 

En esta ocasión mi sorpresa fue mayor al comprobar que el héroe de la supervivencia era un frutal que estaba dando frutos, nada menos que en el paredón vertical del barranco formado por la cascada de la Cola de Caballo del Monasterio de PiedraNo pude evitar, por otra parte, un sentimiento de pena pensando que su fruto no estaba al alcance de nadie, por lo que iba a quedarse sin el reconocimiento, más que merecido, de sus propiedades. Además iba a tener pocas o ninguna probabilidades de reproducirse porque sus frutos iban a caer en roca o en las aguas del barranco. 

Este granado increíble me ha hecho traer a la mente a ese tipo de grandes personas que son héroes anónimos, gente formidable, pero que son desconocidos. Puede que sean de esos profetas que no son reconocidos en su propia tierra e, incluso, en su familia. O simplemente, ese tipo de personas que han hecho su trabajo de una forma exquisita, o que han quemado su vida para sacar adelante una familia de la nada, o que han posibilitado que otras personas pudiesen comenzar a vivir dignamente sin esperar el agradecimiento de nadie... y suma y sigue. 

Nos tienen acostumbrados a reconocer las acciones de relumbrón de las grandes figuras del cine, del deporte, de las finanzas o de las iglesias, pero esas no son gratuitas. Llevan consigo otras intenciones ocultas, pero no menos importantes: publicitarse, mejorar su imagen, vender un producto... Es deplorable que se pierda de vista valores tan auténticos como los de esas personas anónimas que no salen en la tele, ni se hacen los importantes en su ambiente social. Son, sin embargo, los mejores referentes a seguir para las nuevas generaciones. Pero me duele profundamente comprobar en el día a día que la semilla de su ejemplo se la lleven, como a las del granado, las aguas turbulentas, en este caso, del bullicio social y del bombardeo de mensajes de las redes sociales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario