domingo, 30 de enero de 2011


Me ha encantado,por una parte, la noticia de que a Hans Küng le han concedido el doctorado honoris causa por la facultad de filosofía de la Complutense madrileña. Por otra, me sigue pareciendo triste que ese reconocimiento provenga de una institución que no tenga nada que ver con la iglesia. Es increíble que se mantenga a un doctor de la talla de Küng apartado del ámbito católico porque no acata sin más las doctrinas oficiales. Si hay hoy en día alguien que tenga un conocimiento profundo de las religiones y que, por tanto, pueda señalar los puentes que se pueden trazar entre ellas, es él. Pero al Vaticano solamente parece importarle el mantener su infalibilidad y su pretendido predominio sobre todos los mortales, mientras que las voces que lo relativizan y que ponen sobre la mesa otras experiencias de Dios le ponen muy nervioso.




Más que el propio discurso de Hans Küng me gustó escuchar la "laudatio" del decano de filosofía que ejerció de padrino. Hubo algún momento en el que me emocioné porque me trajo a la memoria un montón de textos que estudié en mis tiempos y otros que más tarde me han permitido retomar con ganas mis lecturas y mis reflexiones teológicas. Menos mal que alguien en este país le hace justicia, aunque, a decir verdad, el que esto se haya hecho fuera del ámbito eclesial ya no nos puede extrañar conociendo cómo se las gasta el episciopado español. Desde aquí se puede ver la ceremonia entera del acto de entrega del doctorado.

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