Antesdeayer un conocido me pasó un artículo de Deia con la imagen que he conseguido descargar aquí. Se trata de un gran cuadro de un pintor tinerfeño que firma AE, con el que pretende denunciar que la ikurriña sólo ha servido para derramar sangre. En él aparece como protagonista Ibarretxe lavando la ikurriña en sangre, asistido desde el cielo por unos ángeles negros con la cara de Otegi, de Juana... Me parece realmente lamentable que se siga dando oportunidades a individuos como este supuesto artista que no consiguen más que echar leña al fuego -por si ya hubiera poca-, terminar de confundir la situación hasta lo intolerable y dificultar la comprensión desde fuera de lo que pasa aquí.
Ni Ibarretxe, ni Otegi ni, mucho menos, de Juana son santos de mi devoción pero es totalmente injusto e injustificable identificar al exlehedakari con semejante movida. A la vez, nos guste o no, la ikurriña nos representa a todos y con este tipo de salidas se nos está identificando con lo que hace o favorece un sector de nuestros paisanos. Por si el cuadro en sí fuera poco disparatado, también se informa en dicho artículo de que se prevé que el cuadro en cuestión va a disfrutar de una exposición itinerante por algunos ayuntamientos de la isla regidos por el PSOE, lo que eleva este esperpento al extremo de la repugnancia. Si pretendían atacar a los nacionalistas o celebrar el nuevo rumbo del Gobierno Vasco, se han pasado de frenada y han errado el tiro porque qué más quiere el PNV que contar con más argumentos para engordar su victimismo y ampliar su arsenal de armas arrojadizas contra López.
De todos modos creo que el autor se ha olvidado de otros pajarracos negros que fueron el inicio de todo esto. No conozco la edad de este sujeto así que igual le tenemos que recordar que los que llenaron de sangre la ikurriña por primera vez fueron Franco, Mola, los panzer de la Lubbafe... que entraron a sangre y fuego arrasando, bombardeando o ametrallando desde el aire incluso a la población civil. Sin contar los paseítos, los paredones y la "limpieza" que sus huestes ejecutaron en los primeros momentos de la posguerra. Le quedaría más aparente el cuadro añadiendo, también con alas negras, a estos sanguinarios personajes del siglo XX español y , de paso, nos haría algo de justicia a los que contamos con víctimas de entonces en nuestras familias.
Aún no se han extinguido los últimos rescoldos del franquismo y, dentro de ellos, ETA es el ascua más candente. No deja de ser en la actualidad el resultado de un odio visceral a la dictadura que se ha ido retroalimentando con el tiempo hasta enquistarse bajo un caparazón dogmático y totalitario que no le permite acceder al mundo real. Lo que ya tenía que quedar claro para toda España es que no se puede permitir que nadie -ni políticos, ni periodistas, ni víctimas, ni jueces, ni artistas, ni famosillos...- siga arrimando interesadamente su sardina a esta ascua para ganar en réditos electorales, en notoriedad, en audiencia o símplemente para sentirse importante. Estas iniciativas lo que hacen es dar aire y favorecer que el ascua siga encendida, mientras que lo que necesitamos es hundirla de agua para enterrar de una vez las últimas cenizas de uno de los disparates más sangrantes de nuestra historia común.
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