miércoles, 10 de abril de 2024

¡Y tú...más!

 


Estamos de nuevo ante un impúdico circo mediático político que va in crescendo de una manera desenfrenada para conseguir  hundir al contrario caiga quien caiga. Es una injusticia que los ciudadanos de este país nos tengamos que resignar a soportar unos políticos que viven en otro mundo aislados de los de a pie. Andan escarbando en las trastiendas del contrario para intentar sacar a la luz la última miseria que pueda estar por allí escondida, y, si no encuentran nada, se lo inventan. Se han olvidado de lo que en realidad importa para el bienestar del ciudadano o para el desarrollo del país. 


    Tienen un senado dedicado a hacer una campaña electoral que se prevé durará cuatro años o hasta que se agote la legislatura. En él se tienen que oír calumnias, insultos o lindezas de todo tipo. Eso sí, el presidente del gobierno es el culpable de todo, hasta de la falta de puntualidad de un conserje que pudo entorpecer un acto de la oposición. El jefe de la oposición se ha convertido en un profesional de la difamación y suelta frescas de todo tipo, aunque sean sin fundamento, con un aplomo y una convicción que llegan hasta el hartazgo de cualquiera que tenga dos dedos de frente y algo de conocimiento. Cuando no, un poco de memoria para recordar la cantidad de casos de corrupción de su propio partido, más de los que se han librado por tener jueces a su servicio. También los diversos portavoces se explayan lo suyo y no se quedan atrás en dicha tarea. Lo dicho, si no pasan un test de cinismo y cara dura con nota no pueden acceder a sus cargos.


    Es el camino que han elegido para hundir al gobierno y vale todo sea como sea. Así que nos han montado este circo que ni nos interesa ni sirve para nada positivo, a no ser para desacreditar la función de la política o la utilidad de la democracia. Personalmente, me encuentro con que cada día me cuesta más escuchar a esa gente y estoy pasando de informativos de todo tipo. Es una lástima que los medios de comunicación sean unos altavoces permanentes o que vivan de rellenar sus espacios con controversias de este tipo. Tampoco faltan otros que van marcando la agenda y los relatos de los grupos de su interés saltándose casi todas la normas de la decencia informativa. No he sido ni soy independentista, como he dicho otras veces, pero quiero perder de vista esta España casposa y fraticida que huele a corrupción, a falsedad y a cutrez. O sea, que me están echando  ¡País!

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