lunes, 11 de septiembre de 2023

¿Dónde estamos?

 


Esta semana nos hemos desayunado con la noticia de que Arabia Saudí se ha presentado en Telefónica con un pastizal preocupante, pero sin pasar el límite de lo permitido por la ley. Parece ser que, si se pasan, el gobierno tendría que intervenir. De paso nos enteramos de que también se ha comprado Vodafón. O sea, que se pueden comprar lo que les dé la gana: equipos de fútbol, jugadores famosos, la supercopa de España y hasta bancos. Dicen que en breve va a bajar la demanda de petróleo y se van preparando para cambiar los espacios de sus negocios o para tener una capacidad de influir en decisiones políticas y estructurales según sus intereses oligárquicos.

Claro que esto no se queda aquí. La guerra más cruenta de lo que llevamos de siglo XXI, provocada por un autócrata lunático y ultranacionalista, está haciendo vislumbrar que el mundo se está dividiendo en dos bloques. Uno capitaneado por los países con regímenes autocráticos y otro que mantiene el sistema liberal de democracias, pero lleno de sarpullidos de las ultraderechas.


Y esa es mi pregunta, que dónde estamos. La respuesta parece obvia, pero a mí se me presentan muchas dudas. ¿Quién va a determinar nuestro futuro, la ideología y la política o el poder del dinero y de las tecnologías? Dependemos, tanto nosotros como el conjunto europeo, del petróleo y ahora de los petrodólaraes, de la fábrica universal China, que además se ha dedicado a comprar gran cantidad de deuda pública, también de las reservas de recursos rusos. Y a éstos se van añadiendo Suráfrica, Brasil, Corea del Norte. De repente en África se van dando seis golpes militares, cuyos líderes simpatizan con Putin. Claro, no son unos donnadie, son países ricos en recursos básicos de cuyos suministros depende la industria tecnológica y no se sabe por dónde pueden salir, o se puede suponer que quieran dar una patada a sus colonizadores. Habrá que contar también con que los chinos están comprando medio continente. 

Así que Europa, que aún se cree el centro del mundo mundial, se va quedando como el último de la fila, porque, al igual que en las guerras mundiales, depende de Estados Unidos para su supervivencia. Y solo le falta que la línea Trump se haga de nuevo con el poder allí.


Y aquí, al margen de que en este mundo globalizado  las distancias están desapareciendo, en el que el dinero fluye de un sitio a otro cada vez en menos manos, en el que las redes sociales mienten más que hablan, en el que ya no podemos estar seguros de que algo es real, porque todo se puede trucar... estamos inmersos en un espacio político surrealista y sofocante provocado por la pataleta de un jefecillo que no puede soportar que no le dejen gobernar. O, por si fuera poco, aparece un filibustero de la política que, después de engañar a los catalanes y llevarles a un desastre, se dio a la fuga, vive de gorra a costa de los dineros públicos y de sus fieles y por arte de birle y birloque se erige en árbitro último de la estabilidad nacional.
Menos mal que Mª Teresa Campos y María Jiménez han conmocionado el corazón de los españoles y españolas con su defunción, y así se pone un poco de sentimiento en el enrarecido ambiente nacional. País!! Como diría Forges.



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