miércoles, 8 de marzo de 2023

Regreso a la infancia

 


Tal como se propuso en la subida a Sta. Águeda, hemos podido disfrutar de una visita guiada a las Escuelas de barrio de Larrazabal. Patricia hizo una  invitación y nos fuimos apuntando para acudir a esta visita. Como es lógico, era conveniente saber cuántos íbamos a ser para organizarla bien. Este lunes 6 de marzo nos hemos dado cita en la plaza Bide Onera a las 9:30. Luego nos hemos juntado con los de Cruces y Burtzeña a eso de las 10 en el comienzo del camino Zubileta que llega hasta el mismo barrio de Larrazabal. Nos hemos juntado 26 personas, pero había que añadir, cómo no, a Antón que ha aparecido al final del camino. Nos han recibido varias trabajadoras del departamento de educación de ayuntamiento, que han sido las que han organizado el evento, junto con una de las guías que atienden en el CIHMA de El Regato a las salidas guiadas del ayuntamiento. 

Nada más llegar nos hicimos la foto de grupo en las escaleras de entrada y, a continuación, la guía nos indicó que pasáramos al patio cubierto de la escuela. O sea, que era como empezar por el recreo, pero no, porque nos dio una larga sesión para ponernos al día de qué fueron las escuelas de barrio de la diputación de Bizkaia en los principios del siglo XX. Como era costumbre de aquella época fueron encargadas a los arquitectos importantes del momento como Basterra. La nuestra estuvo a cargo, como no, de Gorostiza. Son edificios hechos con estilo y muy adecuados a las necesidades de las familias del entorno. Parece ser que en la diputación había una preocupación por el nivel de analfabetismo en las zonas rurales alejadas de los núcleos de población. Nos explicó el programa de estas escuelas y nos quedamos atónitos al comprobar el nivel pedagógico y social que tenía. Según la zona, se impartían las clases en castellano o en euskera, no era lo mismo Zalla que Larrabetxu. Claro, luego con la guerra civil se quitaron los fueros a Bizkaia y Gipuzkoa y se quedaron sin fuente de financiación.


A partir de ahí, nos fuimos dividiendo en pequeños grupos para ir visitando las tres salas. La que más interés despertó, como era de esperar, fue la sala con pupitres de a dos con agujero para los tinteros. Enseguida algunas intentaron sacarse fotos sentadas, pero una de las encargadas avisó que no estaba permitido por aquello de la conservación. Como reza el título, para muchos fue un regreso a la infancia al sentirse dentro de una clase con los mapas de aquella época, los cuadernos, las enciclopedias y mil detalles más. En la otra aula había expuestas máquinas y elementos de laboratorio correspondientes a la educación secundaria de entonces. Creo que había joyas que pasaron un tanto desapercibidas a la mayor parte del personal. Solo unos pocos se pararon a preguntar algo a las encargadas. Saltaban a la vista una colección de frascos con tejidos en formol. El esqueleto tenía la curiosidad que estaba hecho con huesos reales y había otra figura importante que explicaba el cuerpo por dentro y por fuera, pero no se puede tocar por ser antigua y necesitar restauración.

También fueron informando del uso que se le da a este centro para actividades de niños y niñas de educación primaria. Además de conocerlo, trabajan en un huerto ecológico, en primavera para plantar y en otoño para recoger, sito en los terrenos superiores a la escuela que tienen acceso desde una de las últimas curvas de la bajada de Sta. Águeda. A la vez se les enseña a conocer el bosque que rodea la escuela y se alarga hasta la zona de la calzada medieval. Aprenden a distinguir las hojas, la corteza o las bellotas de los diversos árboles.


Agradecimos a las responsables del departamento de educación la amabilidad de habernos permitido realizar la visita y por el trato exquisito con que nos habían tratado. Patricia también les ha hecho llegar un detalle de agradecimiento. Volvimos a sacar más fotos de grupo y salimos unos, diecisiete, animándose a subir el puerto de categoría especial hasta la ermita y luego bajar por Cruces y los diez restantes volvimos por donde habíamos venido. En Burtzeña se quedaron los que nos habían esperando allí y el resto nos fuimos disgregando al entrar desde Lutxana según la residencia de cada cual. Bonito día por el tiempo, que nos respetó, por los sentimientos que nos despertó y por la convivencia que disfrutamos.

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