Tal como quedamos en la anterior salida, este sábado 19 de diciembre nos presentamos en el valle de Karrantza, concretamente en el barrio de Lanzas Agudas, con la osada intención de llegar a la cumbre del Balgerri, 1100 ms. Lo de la osadía está más que justificado por el fortísimo viento que hacía, lo que no nos amilanó a pesar de las advertencias previas de las familias. Nada más ponernos en marcha surgieron las primeras dudas y en éstas estábamos cuando apareció un montañero que sin más ni más, viéndonos de aquella guisa, nos espetó "si vais al Balgerri yo también".
Como el famoso ángel de la biblia nos guió y nos llevó por sitios que no vienen en los senderos marcados, pero que posibilitan pasar por por parajes especiales o tener mejores vistas. Fue una gozada contar con su compañía, porque, por si fuera poco, era charlatán y se creó entre los tres un ambiente de camaradería muy agradable. Esta es una de las cosas buenas que tiene el monte. A todo esto Juanjo desenfundó la cámara, pero resulta que la batería se le había descargado. Así que he copiado algunas fotos de google.
Lo mejor del paseo fue el paso por el impresionante hayedo de su ladera norte. Abundan las hayas viejas con sus ramas y troncos imponentes y retorcidos. Así desnudas en invierno y con el ulular del viento en sus copas tenían un aspecto lúgubre que imponía. Mientras los senderos transitaban por la cara norte entre arbolado, la ascensión se hizo tranquila sin grandes desniveles y al socaire, pero al salir al collado el viento sur nos empezó a bambolear de lo lindo. En la cumbre no pudimos parar nada porque el viento nos arrastraba, y yo tuve que clavar el bastón en un par de ocasiones para agarrarme. A poco de dejar la cumbre, nos sentamos en una zona algo resguardada aprovechando los tímidos y escasos rayos de sol y deglutimos el bocata.
Aventuras aparte, el Balgerri, como casi todos los montes del cordal de Ordunte, es un espectáculo imponente, tanto por los bosques de sus laderas como por las vistas: el valle de Karrantza, el de Mena, el panatano de Ordunte, las peñas de Mena, la cordillera, los montes encartados... En fin un banquete del que no pudimos disfrutar más que de un pequeñísimo aperitivo. Pero el mejor ingrediente del día fue contar con la compañía y la amistad de Jon, que así se llama nuestro guía. Para la próxima estamos pensando en visitar a los vecinos de Araba.
Como el famoso ángel de la biblia nos guió y nos llevó por sitios que no vienen en los senderos marcados, pero que posibilitan pasar por por parajes especiales o tener mejores vistas. Fue una gozada contar con su compañía, porque, por si fuera poco, era charlatán y se creó entre los tres un ambiente de camaradería muy agradable. Esta es una de las cosas buenas que tiene el monte. A todo esto Juanjo desenfundó la cámara, pero resulta que la batería se le había descargado. Así que he copiado algunas fotos de google.
Lo mejor del paseo fue el paso por el impresionante hayedo de su ladera norte. Abundan las hayas viejas con sus ramas y troncos imponentes y retorcidos. Así desnudas en invierno y con el ulular del viento en sus copas tenían un aspecto lúgubre que imponía. Mientras los senderos transitaban por la cara norte entre arbolado, la ascensión se hizo tranquila sin grandes desniveles y al socaire, pero al salir al collado el viento sur nos empezó a bambolear de lo lindo. En la cumbre no pudimos parar nada porque el viento nos arrastraba, y yo tuve que clavar el bastón en un par de ocasiones para agarrarme. A poco de dejar la cumbre, nos sentamos en una zona algo resguardada aprovechando los tímidos y escasos rayos de sol y deglutimos el bocata.
Aventuras aparte, el Balgerri, como casi todos los montes del cordal de Ordunte, es un espectáculo imponente, tanto por los bosques de sus laderas como por las vistas: el valle de Karrantza, el de Mena, el panatano de Ordunte, las peñas de Mena, la cordillera, los montes encartados... En fin un banquete del que no pudimos disfrutar más que de un pequeñísimo aperitivo. Pero el mejor ingrediente del día fue contar con la compañía y la amistad de Jon, que así se llama nuestro guía. Para la próxima estamos pensando en visitar a los vecinos de Araba.
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