Ha comenzado el sínodo de obispos dedicado a la familia. Su santidad ha largado un arrebato inicial dejando bien claro qué es una familia cristiana y a partir de ahí que se diga lo que se quiera. Lógicamente en ese discurso de apertura no se ha movido un ápice la postura oficial mantenida hasta ahora por jerarquía católica. Es probable que muchos nos hayamos quedado sorprendidos al comprobar que no presentaba ningún resquicio aperturista. Cabe pensar que en esta materia su santidad no esté tan abierto a la sociedad como en otras o que, rodeado por tanta mitra, no está la cuerda para hacer malabarismos y se guarda algún as en la manga. Sea como sea, no podemos esperar muchos más resultados del sínodo que no sea repetir lo de siempre: recriminar y condenar las perversiones existentes y llamar a los fieles a su cumplimiento como solución imprescindible para el buen funcionamiento de la sociedad.
Es increíble que a estas alturas de la historia se pretenda imponer a todo el universo mundo un modelo de estructura familiar propio de una cultura determinada, porque aseguran desde su infalibilidad que es la que Dios ha determinado que sea. Una cultura que corresponde a los que han colonizado y explotado al resto de continentes y, que para más inri, en estos momentos está dinamitada por los avances tecnológicos, por el devenir social de la globalización o por su corrupción interna. Por otra parte, la sociedad está avanzando en materia de respeto a las diferencias y a los derechos básicos de las personas.
Mantenerse anclados en esa postura dogmática supone no ver o no querer ver la realidad, pero ésta es tozuda y seguirá ahí. Entonces todos sus discursos y normas solo servirán para seguir excluyendo y provocando nuevos rechazos sociales. Una vez más nos van a seguir poniendo más difícil ser o manifestarnos como seguidores de Jesús. Y es que a sus eminencias les produce vértigo cambiar una coma,así que, aunque en nuestro mundo cada vez haya más complejidad y variedad en la formación de familias o de formas de convivencia, ellos seguirán negando la mayor. O sea, que el resultado va a ser como volver a lo de la tierra no es redonda o que el sol gira alrededor de la tierra porque la Biblia lo dice. Espero que para el 2999, si aún quedase la raza humana en el planeta y si aún existiese la iglesia católica, llegue alguna rectificación al respecto.
Es increíble que a estas alturas de la historia se pretenda imponer a todo el universo mundo un modelo de estructura familiar propio de una cultura determinada, porque aseguran desde su infalibilidad que es la que Dios ha determinado que sea. Una cultura que corresponde a los que han colonizado y explotado al resto de continentes y, que para más inri, en estos momentos está dinamitada por los avances tecnológicos, por el devenir social de la globalización o por su corrupción interna. Por otra parte, la sociedad está avanzando en materia de respeto a las diferencias y a los derechos básicos de las personas.
Mantenerse anclados en esa postura dogmática supone no ver o no querer ver la realidad, pero ésta es tozuda y seguirá ahí. Entonces todos sus discursos y normas solo servirán para seguir excluyendo y provocando nuevos rechazos sociales. Una vez más nos van a seguir poniendo más difícil ser o manifestarnos como seguidores de Jesús. Y es que a sus eminencias les produce vértigo cambiar una coma,así que, aunque en nuestro mundo cada vez haya más complejidad y variedad en la formación de familias o de formas de convivencia, ellos seguirán negando la mayor. O sea, que el resultado va a ser como volver a lo de la tierra no es redonda o que el sol gira alrededor de la tierra porque la Biblia lo dice. Espero que para el 2999, si aún quedase la raza humana en el planeta y si aún existiese la iglesia católica, llegue alguna rectificación al respecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario