martes, 23 de junio de 2015

Todo a cara o cruz cuando nacemos

Ayer según bajaba a la piscina me encontré con B que me saludó con una sonrisa más radiante que la que le permite su medicación de ordinario. Tras las frases de rigor y echarle unos piropos por su buen aspecto, amplió su sonrisa y me comunicó que su hijo iba a hacerle abuela. Me emocionó la noticia, como suelo decir, otro que nos va a hacer abuelos. R es un chaval, bueno a estas alturas estará peinando a los 30...y pico, con el que coincidí en mi etapa de educador en el hogar Murrieta. He convivido con él desde que tenía 10 u 11 años. Era un trasto total pero noble y se hacía querer, incluso cuando le tenías que castigar. Vago impenitente para los estudios, pero trabajador y hábil con las manos. No me acuerdo  cuántas mañanas le tuve que tirar de la cama para que fuera al instituto. Coger un libro era un castigo para él, pero podía desmontar un reloj y volverlo a montar sin que le sobraran piezas. Acabó en el CIP de Barakaldo y después se puso a trabajar con su padre, que por fin se acordó de que tenía un hijo al que casi ni conocía. Estaba bien situado en la construcción y, después de varios años sin dejar de trabajar, me dijo que iba a empezar a hacer cursos para ser encargado de obra. Pero... "llegó el comandante (la burbuja) y mandó a parar". Uno de tantos que se quedó colgado, pero no se quedó quieto: participó en programas, quiso ponerse con el graduado que dejó perdido... Por fin, a través de un compañero consiguió un puesto estable. N es su novia desde los 16 años y ahora va a ser la  madre de su retoño. Tiene estudios de educación infantil y ha trabajado en guarderías. Creo que esta relación ha tenido algo que ver en la estabilidad con que R ha llevado estas etapas de su vida. Me alegro por ellos y por el que viene, porque es más que probable que se encuentre en un seno acogedor.

Los dos estuvieron en el CIP de Barakaldo con 10 años de diferencia
Al salir de la piscina y en la misma calle, solo que 100 metros más hacia abajo. me encontré con C que había sacado a pasear al perro, uno de esos paticortos, gordos, feos, con orejas puntiagudas, babosones, que se quedan mirando con ojos de loco. Ya te vale -le dije- no has tenido suficiente con tus hijas y con tus nietos que ahora andas también cuidando un perro. Ya ves -me contestó- era del chiquillo, pero lo ha dejado en casa y hay que cuidarle. El chiquillo es su nieto G, al que ha criado desde su nacimiento y para el que es su madre. De la biológica C también tuvo que seguir cuidando ya que le trajo por el camino de la amargura en su truculento historial -cuento algo de esto en una entrada antigua. También ha colaborado en el cuidado de sus otros nietos y con su marido no lo tuvo nada fácil. Es de esas mujeres que se merecen un altar. Al nombrar a G se le nubló la cara y casi se echó a llorar. Va a tener un hijo -susurró entre dientes. Me quedé helado. El chaval es de la edad de mi hija, terminó bien el CIP, tuvo algún trabajillo y desde entonces dice que está buscando trabajo. Es un buen tipo pero, me da la impresión, que con poco empuje. También sé quién es la futura madre, aunque solo la conozco de vista. Es hija de L que pertenece a una familia un tanto problemática, y de la que he escrito algo, a propósito de uno de sus hermanos. Ella no colaboraba en casa mientras su madre andaba a cuatro manos sin poder con los hijos. Según su suegro "dio un braguetazo" para amarrar a su hijo y así "salir de la miseria en la que vivía". Este hombre trabajó en el ayuntamiento y la boda de su hijo le trajo por el camino de la amargura. Ya llevaba bastantes años jubilado y un día se presentó en el ayuntamiento con muy mal aspecto, desencajado y desesperado, buscando a una asistente social porque esos le habían arruinado. C terminó diciéndome que L había querido que siguieran con el embarazo y ahora la criatura iba a depender de ellas dos. Por si había tenido poco ahora le tocaría seguir ejerciendo siendo bisabuela, porque conociendo a la otra no hay que esperar que asuma compromisos. Visto el panorama, uno se echa a temblar con lo que le espera a la criatura.

Esta entrada puede parecer un capítulo de novela negra del Barakaldo oculto, pero es solamente un desahogo de las sensaciones contrapuestas que estos dos encuentros fortuitos han desatado en mi interior, trayendo a mi memoria un montón de recuerdos y de intervenciones que no viene al caso exponer por confidencialidad. Dos nuevos seres que van a nacer casi al mismo tiempo, en el mismo pueblo y en familias que en mayor o en menor grado han atravesado por graves dificultades, pero con futuros divergentes, aunque pueda pasar de todo. En una se recondujo la trayectoria y en la otra podemos hacer quinielas para saber dónde vamos a encontrar al pequeño o pequeña cuando crezca un poco. Ojalá me equivoque en éste último.

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