miércoles, 21 de enero de 2015

Habla con ellos

Cada día me llama más la atención el observar a madres, preferentemente jóvenes, ir hablando o escribiendo con el móvil mientras acompañan a sus pequeños. Algunos de estos se suelen poner pesados para que les hagan caso, pero me estoy encontrando con que los más lo tienen asumido: van con cara de despiste o con su juguetito de turno. Puede que el primer problema que salte a la vista ante esta insana costumbre sea el de la seguridad. Lógicamente, por muy poco movida que sea la criatura, en un segundo puede armar una buena y para cuando la madre o el padre quieran reaccionar va a ser imposible llegar a tiempo. Todos sabemos de sobra que esos aparatitos son capaces de absorber toda nuestra capacidad de atención sin darnos cuenta. Pero aunque esto sea importante, no llega a ser, ni por asomo, la consecuencia más grave de ir colgado de los diversos terminales de bolsillo cuando se está con los hijos. Se está jugando con la educación y el desarrollo de los menores ¿Exagerado?

No hace falta ser un doctor hoy en día para saber que la educación parte de la familia y que los hijos aprenden y se van educando no por lo que les decimos que deben hacer o evitar, sino por lo que ven en los progenitores y en los familiares más cercanos. Si el pequeño siente que su madre o padre no le presta la más mínima atención cuando va pendiente del móvil o se enfada si él consigue distraerle, aprenderá que ese aparato es más importante que él y que,por tanto, él querrá otro igual para hacer lo mismo que sus mayores. Puede incluso que el papanatismo del que hacen gala -aunque sea inconscientemente- muchos allegados de la criatura se feliciten por ello, porque fíjate que listos salen los niños ahora o qué inteligente nos está saliendo la pequeña... Es posible que cueste darse cuenta, tal como están las cosas hoy con esos inventos, de que dicha costumbre acaba siendo una interferencia grave en la comunicación con los hijos. 

María, que es profesora de infantil, se queja continuamente en los principios de curso de que está aumentando alarmantemente el número de niños que no hablan o que les cuesta hablar, que apenas entienden lo que les dices y que ni hacen caso cuando se les llama. Lógicamente, a esos peques les va a costar más comenzar a hablar y resulta que algo tan importante a su edad, que tiene que aprehenderse en el entorno familiar, lo tiene que acabar haciendo la escuela -una más. A los niños se les dice cosas, se les da órdenes, se les camela con regalos para que dejen en paz a los mayores, se les intenta engañar con falsas promesas o se les mete miedo... Pero no se habla con ellos o se habla muy poco. Son pocas las familias que dedican tiempo a contar lo que pasa a los pequeños, con la disculpa de que como son tan pequeños no se enteran, o ya tendrá tiempo luego de preocuparse. Craso error. Es en esas edades tempranas cuando los peques despiertan su curiosidad por todo, se convierten en esponjas que absorben toda la información que les rodea -aunque no nos demos cuenta- y desarrollan las conexiones neuronales. Con el tiempo, cuando surjan los conflictos no se sabrán e, igual, ni se podrán resolver porque no se aprendió a hablar a su tiempo.

Así las cosas, el diálogo con ellos -o sea, hablar, escuchar, preguntar, contestar a todo- se convierte en una herramienta clave e imprescindible. En primer lugar para asegurar una relación óptima con los hijos y es en esta etapa cuando se adquiere. En segundo lugar, para el desarrollo del lenguaje y para estimular la capacidad de aprendizaje. Y finalmente, porque garantiza al pequeño la seguridad necesaria para un desarrollo armónico de su personalidad y se convierte así en el mejor hilo transmisor de la educación.En el sistema de vida de la sociedad actual es fácil decirse que uno no está para perder el tiempo en nimiedades y no se da cuenta de lo que se va a perder, tanto él como sus hijos, por no aprovechar la pérdida de tiempo más productiva que se va a encontrar a lo largo de su vida. Ahora es cuando no se puede desperdiciar ningún momento de la rutina diaria, ni ningún asunto extra para hablar, explicar, escuchar...les va la vida en ello. Después será nunca. 

1 comentario:

  1. Muy acertado el análisis. Me temo que con esto de los "teléfonos inteligentes" nos están convirtiendo en personas poco inteligentes, cabizbajas y sumisas. Y lo que es peor; irresponsables. Un abrazo.

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