martes, 6 de noviembre de 2012

TIEMPOS MODERNOS

Los perros ya no comen huesos, ni pan duro. Los gatos ya no comen raspas de  pescado ni cazan ratones o pájaros. Tienen suculentos piensos o comidas especiales. Ya no se pelean tanto los perros con los gatos, pero van al psiquiatra para no deprimirse y a la peluquería para no despeinarse. La mayoría de los niños ya no meriendan pan con una onza de chocolate o con otras viandas. Meriendan bollerías y cosas blanditas que se comen más fácilmente, aunque tengan mucho colesterol, y la vida útil del biberón se porlonga cada día más. Ya no hace falta perseguir a los peques cuando se empeñan en alejarse, ni van a dar la tabarra pidiendo aupas  porque les llevan en sillita de ruedas hasta los cuatro años.

Los profesores dan los resúmenes hechos y adelantan lo que van a preguntar en los exámenes para que los chicos y las chicas saquen buenas notas y no necesiten esforzarse. También les permiten que en los trabajos hagan corta pega con lo que encuentren en internet para que no tengan que andar perdiendo el tiempo en redactar, que hay que hacer otras cosas más interesantes. Cuando llegan a mayores muchos eligen las carreras que, se supone, son fáciles de aprobar para tener que estudiar menos y la mayoría solamente se preocupa de que no les falte dinero. Eso sí, estarán al tanto de los erasmus más enrollados o de los master en países exóticos.

Es una pena que sigan existiendo seres así, que aún no se han enterado que pertenecen a otro mundo pasado. O sea, que son unas anticuallas. En estos tiempos modernos muchos perros tendrán que volver a pelearse por un hueso y otros tantos gatos tendrán que echarse a la calle para pillar ratones, porque sus dueños se las van a ver canutas para llegar a las compras de fin de mes o se van a quedar sin vivienda. Su problema no serán las depresiones sino el hambre y necesitarán ir a los comedores de Cáritas en vez de al psicólogo. Y a papá condescendiente le va a llegar un momento, cuando no quede más, en que va a tener que aprender a decir no por más que sus acomodados cachorros bramen y profieran los insultos más hirientes que hayan aprendido en sus juergas.

Los títulos cada vez valdrán menos porque la competencia y la necesidad hará cruel y despiadado hasta el mejor amigo a la hora de conseguir un trabajo, sin contar que habrá más que codazos para hacerse con uno. Encima serán trabajos de usar y tirar porque no se sabe lo que durarán y, con mucha suerte, se acercarán a los 500 € al mes, si es  que llegan a durar ese tiempo. Ante ese panorama solamente podrán aguantar y salir adelante los que estén acostumbrados a roer duros huesos y a resistir contrariedades.El tener un piso en propiedad será un cuento que, en su día, nos contará el abuelo cebolleta y lo de tener un coche será materia reservada a los de siempre. En caso de apuros ya no se podrá recurrir a papá estado ni a mamá autonomía, que para entonces estarán lo suficientemente destartalados como para acordarse de estas minucias. Con un poco de suerte quizás Cáritas o la Cruz Roja, o alguna entidad por el estilo, tenga algún recursito para sacar de un apuro.

Y es que, los tiempos modernos de las nuevas dictaduras globales han comenzado ya y, como sus antecesores, avanzan sin piedad a velocidad de vértigo, sin que a las nuevas generaciones les dé tiempo a percatarse de que su mundo ya no existe, aunque las apariencias parezcan no haber cambiado. Mientras los mantengamos en el limbo de la era consumista no van a tomar conciencia de las nuevas condiciones en las que les va  a tocar vivir y,si algún día se plantean pelear por transformarlas, va a ser demasiado tarde o no van a contar con las fuerzas suficientes.

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