La señora Aguirre se despachó a gusto en el congreso del PP madrileño. No tiene pérdida tanto los despropósitos que dijo como la forma y el tono chulesco y prepotente con que lo dijo, que, por otra parte, es marca de la casa. Es de agradecer que ocasiones como ésta estén presentes las cámaras porque, aunque a ella le interesa que le vean sus huligans para levantarles el espíritu guerrero, también nos permite a los demás contemplar cómo se quita la máscara. Desde su absolutismo parlamentario poco menos que pidió que quitasen a esa chusma de las calles y para qué demonios sirven ya los sindicatos si sólo saben degradar la imagen de España porque se dedican a montar algaradas. La gente que está manifestándose en la calle son obreros, señora presidenta, que están ejerciendo un derecho democrático a manifestarse pacíficamente y con los debidos permisos solicitados. A no ser que el ser obrero con el puesto de trabajo titubeando o parado sin recursos sea para usted sinónimo de chusma. Cuando los suyos un año tras otro por cualquier motivo salían por las calles vociferando, agrediendo, insultando a los gobernantes y enarbolando banderas e insignias franquistas o falangistas, no eran chusma sino buenos ciudadanos y estaban colaborando a dar una buena imagen de España para que los mercados confiaran en nosotros. Hace falta cinismo.
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