Cada día dudo más de que este sitio en el que vivo y al que tanto amo sea un país o algo por el estilo. Y lo más chocante es que algunos, quieriendolo elevar a la categroría de nación, lo van a reducir a puzle de provincias o de territorios históricos, que queda más lucidito llamarlo así. Para empezar, que parece que no nos ponemos de acuerdo ni el nombre ¿Euskadi o Euskal Herria? Ante tan profundo dilema nos quedamos sin selección de futbol.
Según todos los bienpensantes del mundo económico, en una economía global y, por ende, en una crisis global es conveniente contar con entidades financieras fuertes. Aquí nos han montado una gran espectación ante la fusión de las cajas, pero todos los beneficios pretendidos para el bien del país se esfuman porque unos dicen que otros quieren llevarse ventajas electorales. Otros aducen que unos se quieren reservar el mando sin contar... O sea que al final unos dicen que no va a haber más fusiones y otros que sí cuando ganen las elecciones. Y ahora se declaran la guerra entre las cajas y se quieren dedicar a hacerse la competencia en los territorios vecinos. Menos mal que lo que importaba era dotarse de una economía sólida.
Los alaveses desconfían de los guipuzcoanos y no tragan a los vizcaínos. Los vizcaínos y los guipuzcoanos minusvaloran a los alaveses. Los vizcaínos y los guipuzcoanos se llevan a matar y se desprecian mutuamente. Y no te digo ya si metemos a los navarros por medio. Sería lógico, por poner un ejemplo tonto, desear que todos los equipos de fútbol o de basket estuviesen en la máxima categoría. Pues no, el mío sí y los demás a segunda B si es posible. Tenemos un parlamento, un gobierno pero las que cortan el bacalao son las diputaciones con sus juntas o cuadrillas correspondientes y todos somos testigos de lo que les cuesta llegar a algún acuerdo.
Acabo de escuchar en la radio a un político que le explicaba a un obispo cómo tenía que haber hecho un sermón. Otros políticos pretendieron en su día poner obispos de su gusto. Hasta hubo algunos que se metieron a lingüistas y llegaron a proclamar que lo de Euskalzaindia no era el euskera auténtico. Y no faltan los que desde todos los bandos declaran quiénes son los vascos auténticos, según su sangre y su voto. Y por haber de todo, algunos sindicatos pretenden hacer más política que los partidos.
En resumen, que no hay ningún terrreno en el que no tengamos que estar a la greña, ni siquiera en las fiestas, o si no que se lo digan a los sanmarciales. A mi modesto entender, seguimos siendo herederos de los banderizos de antaño. No quemamos las cosechas y las ciudades, pero seguimos quemando el país en rencillas provincianas y en politiqueos de baja estopa. Y, para remate final, algunos todavía pretenden salvarnos a golpe de extorsiones, amenazas, bombazos y tiros en la cabeza.
¿Cuál iba a ser esa famosa pregunta que nos iban a hacer a todos los vascos, incluidos los no auténticos? Yo me pregunto cuándo vamos a dejar de vivir en este país en esa esquizofrenia permanente en la que nos han metido el exceso de politización y el espíritu "banderizo". Necesitamos que se devuelva el protagonismo a la ciudadanía, a los movimientos sociales y culturales, a las iniciativas emprendedoras de las que hemos hecho siempre gala los vascos... Necesitamos dejar de mirarnos al ombligo y levantar la mirada por encima del muro de nuestra parcelita.
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