En un cuarto de hora bajamos al centro urbano de Lezama y por detrás de la iglesia -con uno de los pórticos más grandes que conozco- salimos a la carretera que sube al área recreativa de El Vivero, que su inicio pasa por debajo de la autovía. Al llegar a la Guardetxea la dejamos para iniciar la bajada hacia el punto de salida, pasando esta vez por encima de la autovía. Nos estuvimos recreando en el espectacular bosque y en su suelo tapizado de hojas. A partir de llegar a la viviendas el firme tenía zonas de verdín por lo que tuvimos que moderar la marcha y andar con cuidado. Al final conseguimos coger el tren, pero se iba sin los últimos, así que nos pusimos en las puertas hasta que éstos pudieron entrar. Y es que para acceder a ese andén hay que subir y bajar unas escaleras que dificultan seriamente el sprint final. El maquinista pitó dos veces pero permitió la jugada, lo que es de agradecer.
No acabó aquí todo. Nos esperaba la sorpresa final: la avería del metro. Nada más bajar de la L3 vimos más gente de la habitual en los andenes. En el letrero luminoso nos advertían que nos fijáramos en el frontal del tren. Visto el follón, estábamos dudando si salir para coger un bus, cuando apareció un metro a Kabiezes. Los de la comida se quedaron en el Casco Viejo. Los demás nos aposentamos gozosos por nuestra buena suerte. Hubo una parada sospechosa pero todo siguió hasta S. Ignacio y la voz de siempre nos advirtió que el tren tenía como destino Kabiezes. Tras una nueva parada a poco de arranca vemos luz: nos habían cambiado de línea sin previo aviso, solo cuando llegamos a la parada de Lutxana nos advirtieron que el destino era Ibarbengoa. Vamos, no he visto nada tan impresentable en mi vida. En Lutxana se quedó el tren medio vacío. Sabíamos que no interesaba hacer el cambio de andén allí porque te cobran de nuevo por salir y entrar. En los andenes contrarios no se veía a nadie por lo que era de esperar que no circulaban metros dirección Bilbao, el bote de Erandio ya había desaparecido, así que nos tenéis a las tres y pico en Las Arenas esperando al bus de Muskiz en una parada que Santi conocía de sobra. Qué manera de amargar una salida tan bonita y que transcurrió en un magnífico ambiente. Lo malo es que te quedas con cara de mala leche, pero no tienes ni idea de cómo se denuncia esto y te lo tienes que comer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario