Esta mañana he hecho algo que puede parecer en sí mismo un acto intrascendente, como darte de alta en la piscina o pagar la comunidad de vecinos, pero para mí ha sido un antes y un después. Me he hecho socio de un centro de jubilados. En efecto, soy un señor más que jubilado luego no tiene nada de extraño. Pues sí, para mí ha supuesto, en primer lugar, deconstruír el concepto o idea que tenía de estos centros: los sitios a los que se iba a echar la partida, tomar un vino o apuntarse a una excursión y poco más.
Mira por dónde hace una semana una amiga nuestra nos invitó a participar en una salida de senderismo organizada por el centro de Beurko. Ya conocía el trayecto, pero me gustó mucho hacerlo de una forma distinta y participando del humor y la vitalidad del grupo. Así que, a raíz de esa experiencia, he visto visto que además puede haber otras actividades interesantes y también la oportunidad de establecer nuevas relaciones. De todos modos me he dicho a mí mismo: "¿se puede saber que hace un tipo como tú metido en diversos berengenales sociales, en un sitio como éste en el que puede que seas de los más jóvenes?" Me está costando contestarme la pregunta. Por una parte, no estoy acostumbrado a convivir con gente mayor que yo. Mi inclinación de siempre ha sido de preocuparme por la gente joven, incluso cometo la osadía de considerar a la mayoría de mi generación unos carrozas mentales. Quizás tenga que dejar de ser tan osado e ir preparando el camino para cuando el cuerpo ya no me dé para más.
En un estudio que hemos hecho para Goiztiri aparecieron dos temas que van a ser urgentes de atender de cara al futuro. Uno de ellos es el de la soledad de personas mayores con incapacidades, problemas de movilidad o económicos. En dicho estudio hemos constatado que las estadísticas de población de Barakaldo nos señalan que es preocupante la cantidad de personas mayores que viven solas o en pareja. No hace falta ser un gran estadista para darse cuenta de que las familias han disminuido bruscamente en número de hijos. Por si esto fuera poco, las nuevas condiciones laborales y la crisis, aún por cerrar, han obligado a tener trabajos esclavistas o a exigir disponibilidad para ir de acá para allá o a irse fuera sin más. Todos estos factores son agravantes serios para el tema de la atención a las personas solitarias por parte de la familia.
O sea, que aquí también se puede abrir un campo de acción voluntaria desde estos centros, además de ampliar las actividades de ocio y convivencia. Se trataría de cambiar el chip, pero no la actitud vital. Ah, se me olvidaba: María me ha tenido que dar un empujoncito.
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