Fue el lunes 27 en una de esas salidas de nuestros "Sanqueremos", pero no he tenido tiempo de sentarme en el ordenador hasta hoy, por aquello de que los jubilamos tenemos todo el tiempo del mundo. Pues eso, fue una jornada envuelta por un otoño en estado puro, como hacía tiempo no habíamos tenido: ni frío ni calor, lluvia suave a ratos intensa, el viento en calma, la bruma poniendo barbas de algodón a los montes, la vegetación de los barrancos por donde discurre la vía con sus colores otoñales en todo su esplendor y el sonsonete del agua que discurría por ellos.
Fue Nieves quien nos invitó a ese paseo. Salimos puntuales y nos encontramos en Mercadona de Kareaga con la gente de Cruces y de Zuazo. Seguimos hasta Ugarte donde estaba el único paso incómodo por carretera y luego subimos la pendiente que da acceso al aparcamiento del bidegorri. Lo había programado así para evitar el desagradable y peligroso paso de los túneles de la Orconera, aunque algunos protestaron porque la subidita les costó lo suyo. Ya en la vía, a poco de comenzar la ruta nos regalaron con su presencia un par de pavos reales. Uno nos miraba desde el tejado de su refugio hasta que alguien le echó migas y dio cuenta de ellas en un santiamén. El otro resultó ser un escapista que se estaba pavoneando, nunca mejor dicho, por el medio del camino hasta que algunos le fueron asustando para que volviese a su redil, pero ni con esas, que allí siguió con su paseo.
El condumio lo pudimos hacer a refugio en el túnel anejo al área de descanso. En ella precisamente nos pudimos hacer las foto de grupo, sin paraguas -Enedina manda-, porque la lluvia nos concedió una de las treguas que estábamos disfrutando a lo largo de la mañana. La ruta siguió sin más incidentes hasta llegar a la subida final de acceso a la parte de Ortuella. Arriba hicimos parada para esperar a los esforzados que necesitaban más tiempo. El tramo de bajada a Gallarta también resultó incómodo porque, puñetera casualidad. no pararon de pasar camiones. Llegamos con tiempo suficiente para coger el bus de Muskiz que estaba a punto de llegar y, entre tanto, algunos y algunas aprovecharon a hacerse las últimas fotos entre las letras del letrero de bienvenida al municipio.
Por fin, tuvimos el gusto de conocer y de acoger en el grupo a Iñaki y a Miren, los últimos senderistas que quedaban por incorporarse. Ocho personas se quedaron a comer en Trapagaran y los demás a casita. Hasta el lunes próximo que parece que también va estar pasado por agua, como le corresponde a esta época del año.
¡Qué tiempos aquellos! Y ahora...
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