Resulta ya insoportable el río de desvergüenzas con que nos está sorprendiendo el rey emérito. Así que he traído a colación la exclamación de Cicerón en sus catilinarias que se hizo famosa. Y es que no solo están abusando de nuestra paciencia, sino también de la buena fe que la ciudadanía en general había depositado en la institución monárquica. Parece que no tenemos suficiente con la historia reciente de la monarquía impuesta por el caudillo, para dejar atado y bien atado el que la república no volviera nunca. Marichalar, Urdangarin, Juan Carlos, no sabemos nada de Sofía pero se codea con los grandes de las finanzas.
¿A qué más tenemos que esperar, o es que parece importante tener una familia intocable para que corran ríos de tinta y horas de hondas con sus chismorreos en pro y en contra sin que sirva de nada? Resulta que ahora los reyes se dedican a hacer visitas de consolación por todo el estado ¿Para qué, para lavar la cara de su institución, cuando no han dado señales de vida en los momentos más duros de la pandemia?
La transición no quedará cerrada hasta que quede instaurada de nuevo la república. Esta monarquía es el último vestigio de la herencia franquista, porque el golpe estado del 39 liquidó la república y tenemos un derecho, al que no se debe renunciar, a que nos la devuelvan. Hoy en día eso le corresponde a los partidos que se plegaron a aceptarla por aquello de que había que andarse con cuidado. Sin embargo ahora se están dedicando a hacer ejercicios circenses para sacar la cara a la casa real y evitar que cunda la indignación en la opinión pública. Soy consciente de que en este momento no es un problema de primera fila, pero tampoco se puede permitir echar tierra encima de la podredumbre y mirar para otro lado, mientras se están haciendo los suecos ante una corrupción tan grave. El pueblo español, a través de su historia, ya ha tenido bastante con aguantar todo tipo de reyes: ineptos, minusválidos, vividores, títeres de magnates, emperadores dictatoriales, algún que otro decente y ahora corrupto. Para una vez que el pueblo se libró de ellos, llegaron los generales y los terratenientes para volver a poner las cosas "en su sitio".
Así que reitero la pregunta del principio: ¿hasta cuándo? República, por favor.
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