Uno de los restos del Barakaldo antiguo es la casa torre de Beurko que data de hace más de seiscientos años. Es uno de los recuerdos de los barrios de mi infancia. Formaban un conjunto de caseríos de lo más típico del agro vasco. Junto a ellos estaba el pozo que llamábamos Calabozo, no sé por qué, que databa de las antiguas posesiones del convento de Desierto carmelitano, sito entre Erandio y Barakaldo. Estaba dentro de las huertas de Sandalio, pero en los tiempos de falta de agua se nos permitía ir a coger unos baldes o garrafas. Lo recuerdo perfectamente, aunque hace muchos años que ha desaparecido, así como las colas que se hacían más largas por aquello de tener que sacar el agua subiéndola en baldes. La casa torre había quedado totalmente abandonada por desidia de sus dueños. Había habido una iniciativa ciudadana para que se reformara y se convirtiera en centro cultural y museo histórico de la anteiglesia. En el 2019 sufrió un incendio y hoy en día apenas quedan unos trozos de muro en pie. Cada vez que paso por delante de ella siento una indignación irresistible.
Mira por donde aparece en una noticia del periódico. Resulta que el ayuntamiento da luz verde para que la torre y los terrenos que le pertenecen se conviertan en una residencia de mayores. La iniciativa privada que lo va a poner en marcha se compromete, eso sí, a conservar las características externas de lo que fue antiguamente, sobre todo su ventana y la forma de su puerta que da a entender que pertenecía a un edificio de épocas anteriores. Genial, ha venido la iniciativa privada para arreglar el asunto, y, de paso, se crea un posibilidad de negocio de una de las más rentables industrias de principios del siglo XXI: los mayores, sobre todo dependientes.
Ya he perdido la cuenta de las residencias que se han ido poniendo en marcha en nuestro pueblo en tan poco tiempo, pero resulta que hay sitio para otra más. Vista la inversión que van a necesitar para ponerla en marcha, no tiene pinta de que vaya a ser nada barata. También he perdido la cuenta de las denuncias e irregularidades en la atención a los residentes que se han ido publicando y de las que solo se han quedado en las conversaciones privadas. A todo esto, Inguralde, la agencia de promoción de empleo del ayuntamiento, ha puesto en marcha una serie de estudios en colaboración con el Grupo SSI para buscar y promover nichos de negocio en el terreno de los servicios a los mayores. Silver Economy, lo llaman que en román paladino es "economía plateada", una descripción muy elegante para algo tan prosaico como un negocio puro y duro
Un grupo de voluntariosos y voluntariosas, almas cándidas diría yo, están poniendo parte de su tiempo libre y todo su empeño para sacar adelante el programa de ciudades amigables que aquí llamamos Barakaldo Lagunkoia. Dentro del diagnóstico que ha elaborado aparece la necesidad de crear una residencia municipal pública. A su vez se están uniendo a todas las voces que reclaman este servicio público, teniendo en cuenta la elevada cantidad de dinero que exigen las residencias privadas y sus no pocos chanchullos. No todo el personal tiene acceso a las plazas concertadas por Diputación, y, según se está viendo, éstas no es que garanticen un servicio aceptable, como se puede sospechar dada la cantidad de conflictos provocados por las deplorables condiciones laborales de sus trabajadoras. Ésta mira para otra parte ante las deficiencias denunciadas.
Lo aquí expuesto a vuelapluma son solo unos botones de muestra del concepto de servicio público que tienen nuestros próceres actuales, disfrazándolo del rutilante principio de colaboración entre el sector público y la iniciativa privada, que debe dar mucho de sí pero no se sabe a quién. Así que ahora Deusto está poniendo en marcha la especialidad de gerontología, en los grados dirigidos a los servicios sociales se da más importancia a las dedicadas a los mayores, los políticos comienzan a tenernos más en cuenta... O sea, resulta que ahora se está descubriendo que lo que más podemos aportar los mayores, no es tanto nuestra experiencia o nuestra colaboración en la familia o en el entorno social, sino hacernos más mayores y más dependientes para convertirnos en un negocio, eso sí plateado, y así colaborar en el crecimiento económico -no se sabe de quién- y en la creación de nuevos puestos de empleo -de aquellas trazas, por lo visto- para las próximas generaciones. Ya nos vale.
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