Por aquello de estar condicionado por las obras de casa no he podido disponer de ordenador con internet, por lo que me ha sido imposible hacer las reseñas de dos de las pasadas salidas de los lunes. El lunes 27 de marzo estrenamos recorrido: desde Mioño hasta el túnel Herreros, bloqueado, y al que no llegamos por falta de tiempo y porque el último kilómetro estaba en malas condiciones. Para la próxima edición quedamos en bajarnos en Lusa para evitar el tramo incómodo de la carretera desde Mioño y así contar con ese tiempo para llegar al túnel, si las condiciones del camino lo permiten. Estuvimos acompañados por Sabino y Elena, que se han ofrecido a hacer de guías para el grupo tercero que se está formando, y que querían conocer en vivo y en directo cómo funcionamos. Los recibimos encantados.
El lunes 3 de abril con las fiestas de la Semana Santa por delante hicimos el recorrido desde Larrabasterra hasta Plenzia por todos los acantilados. Fue una mañana memorable por lo a gusto que pudimos caminar y por las incomparables vistas que pudimos disfrutar. Pasamos por la denostada urbanización que preside las vistas sobre las playas de Sopelana y que nadie se explica cómo se pudo dar permiso para construirla. Acertamos sin problemas en la bajada a Plenzia y tuvimos que atravesar una foresta impenetrable de plumones pampeños. Resulta chocante semejante desastre, teniendo en cuenta las campañas de limpieza que dijeron se iban a hacer. Los de las comidas boicotearon el restaurante del muelle de Plenzia porque se habían subido a la parra y se habían pasado de careros.
Por fin, el día 17 de abril retomamos los recorridos tras las vacaciones, esta vez también volvimos a la costa: Las Arenas-Sopela, fue como completar el último que hicimos. Nos presentamos 19 valientes decididos a superar la resaca festiva. En la anterior reunión de coordinación se dijo que había que poner una salida suave para comenzar, aunque ésta tenía lo suyo con alguna que otra cuesta traidora, pero nadie dio muestras de fallecimiento. Marilo nos dio una alegría con su presencia y, una vez más. echamos de menos a Isidro y a Antón. Aún quedaba una buena parte de la tropa de vacaciones y, qué le vamos a hacer si nos estamos haciendo mayores, han aumentado los problemas médicos por la gran cantidad de citas que tenemos.
En el primer tramo nos dirigimos al puerto Viejo de Algorta para comenzar la andadura sobre los acantilados. Resulta que solamente cuatro o cinco personas tomaron el ascensor, la mayoría, como buenos senderistas, escaleras arriba. Esta vez pudimos disfrutar de los miradores del paseo porque ya se habían arreglado los desprendimientos, que en ocasiones anteriores nos habían obligado a dar la vuelta entre calles. Al llegar a Punta Galea, parada y fonda. Aproveché para pedir sugerencias de nuevos recorridos de cara a la reunión de coordinación y solo se dijo que había que volver a las minas. he tenido en cuenta esa petición y en la coordinación propuse una de las rutas y quedó aprobada.
Seguimos aprovechando el magnífico paseo que rodea toda la zona de litoral de Getxo. Al poco tiempo de reanudar la marcha, disfrutamos de la visita de una ardilla preciosa que comenzó mirándonos desde el suelo y acabó contemplándonos desde la copa del pino, un tanto ajado, al que había trepado como diciendo qué hacen todos esos mirándome. La segunda sorpresa fue encontrarnos con un parapente que se estaba poniendo en marcha. El paracaidista estaba haciendo jerigonzas con los cables hasta que se echó al aire dando saltitos. Tras unas cortas vueltas bajó a tierra. Suponemos que se trataba de unos ejercicios de prueba antes de lanzarse a volar. De hecho luego le fuimos viendo sobrevolar las playas. Por nuestra parte, después de contemplar el panorama de las playas, bajamos a Larrabasterra, nueve personas nos dirigimos al metro y las otras diez se quedaron a comer, como es costumbre.
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