En el año 2000 nos avisaron que no solo se trataba de un cambio de siglo, sino también de un un cambio de era. O sea, que en ese momento se acababa la era que dio comienzo cuando nuestros antepasados, un tanto lejanos, decidieron asentarse, cultivar la tierra y crear poblaciones. Había llegado la globalización y las nuevas tecnologías de la información que nos iban a cambiar la vida. Y vaya que la han cambiado. En estos 24 años parece que ha habido más cambios e inventos que en todo el siglo anterior. Y es que para nuestras generaciones de mayores este ritmo de vida y de informaciones nos coge por sorpresa, nos pasa por encima y, cuando no, nos puede dejar fuera de juego. Y uno se creía que esos nuevos progresos iban a ser una baza importante para mejorar la vida de la gente. Sin embargo ahora nos vamos percatando de que todo lo que se inventa se usa más para mal que para bien, según lo veo yo.
Las nuevas tecnologías de la información han activado más recursos para la desinformación a través de bulos, de mentiras repetidas, de tergiversaciones de los hechos... que se transmiten a velocidad espantosa entre ingenuos, papanatas y elementos con muy mala leche que consiguen que sus invenciones perversas se acaben considerando verdaderas. Aparecen en las redes unos listillos con un desfachatez descomunal, con un desparpajo sin sentido y sin ningún atisbo de ética, y tienen a miles de seguidores besándoles el culo digital y siguiendo al pie de la letra sus consignas u ocurrencias de lo más disparatado sin ningún criterio y, de paso, forrándoles de pasta. Así que los padres, los profesores o los educadores en general lo tienen claro con esta caterva de caraduras, que, mal que les pese, van a ser los que guíen los pasos de una cantidad considerable de jóvenes y adolescentes.
También creía yo que la humanidad ya había escarmentado de las guerras después de las que hubo en el siglo pasado, pero no, no solo no surgieron efecto, sino que estamos asistiendo impotentes a la preparación de un tercera guerra global si precedentes, en la que, a fuerza de los nuevos inventos armamentísticos, no van a morir soldados sino una gran masa de población civil. Tendremos que ir mentalizándonos. Así las cosas, hay que añadir que por un proceso democrático están alcanzando el poder los que son y se declaran sin sonrojo antidemocráticos. O sea que tampoco escarmentamos con Hitler, Mussolini, Franco, Videla y algunos milicos más del siglo pasado. Éstos nuevos señores de la guerra tienen previsto cargarse el estado de bienestar social, negar los efectos del cambio climático y entregar la llaves del mundo a multimillonarios que solo mirarán por los beneficios del mercado o por sus negocios. Pero el problema está en que muchísima gente con condiciones de vida precaria o en riesgo les ha votado, a pesar de conocer de sobra sus historiales y hasta de su indecencia. Queda en el aire por qué lo han hecho y no hay respuestas completas: la ignorancia, la rabia por su situación vital, el cabreo con los líderes anteriores que se dedican a tirarse los trastos sin hacer caso de lo que importa a la gente. Claro, es muy sencillo tomar una decisión en un momento de cabreo, pero luego las consecuencias las pagaremos todos.
Y es que, como dejó escrito el difunto Ceferino, el miedo, la ira, la venganza o la simpatía deciden mucho más que el pensamiento razonado. No hay más que repasar el tipo de discurso y la cantidad de mentiras con las que ha ganado Tramp las elecciones. Y sin ir más lejos, tenemos que estar aquí soportando el relato sin fundamento de la oposición, sembrando sospechas e infundios a babor y estribor, dándole vueltas a temas que no tienen nada que ver con las necesidades de la gente, pero que están enfocadas en ganar las próximas elecciones. Pueden que lo consigan sin necesidad que tengan ningún programa, o sin ofrecer respuestas, solo con la promesa de que van a tirar todo lo que ha hecho el gobierno anterior. También habrá que mentalizarse por si al final lo consiguen.
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