En resumen, hemos entrado en la sociedad de la mentira. Ni posverdad ni leches. Nos intentan engañar por todas partes y ahora llega la inteligencia artificial y mucho antes de que pueda suponer un avance en la atención y el servicio de la sociedad, ha empezado a funcionar como una herramienta de suplantación de personalidades, de clonación de obras de arte o de escritura o de música...
Vamos a acabar paranoicos perdidos porque no vamos a ser capaces de distinguir entre lo que es real o es fraude. Pienso sobre todo en las personas que están más distantes del dominio de las tecnologías de la información que, ya de por sí son un grupo de riesgo por su edad y por su escasa formación, están siendo diana en la mayor parte de esos ataques. Ya no se trata de los timos clásicos o de las estafas habituales, sino que cuentan con unos métodos y unas herramientas que les permiten colarse de la manera más hábil y fidedigna hasta la cocina, como quien dice.
Y a todo esto, en medio mundo se puede estar encubando la tercera guerra mundial, solo que esta vez distribuida en varios escenarios que acabarán juntándose en un todos contra todos. Europa metió a USA en las anteriores guerras y ahora puede que sea a la inversa, que nos meta en las suyas, que se están multiplicando por momentos. De momento ha liado a los ingleses y menos mal que ya no son de los nuestros. Los chinos se están mosqueando con lo de Taigwan y la pueden armar en cualquier momento. Lo de Ucrania parece que no se va a acabar nunca. Y por si había pocos fundamentalistas salen los persas a defender a los yemeníes que están poniendo patas arriba el mercado, con la disculpa de que atacan a Israel. Claro, ahora la pregunta es: ¿Qué no habrá por debajo de lo poco que sabemos a través de los canales informativos? Ya te digo, vaya panorama.
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