Oketa 1035 metros, también lo llaman Gorbea txiki, quizás por la forma de su cumbre. Es otro de esos montes históricos en los que se dieron batallas en la guerra civil. Aún quedan restos de las trincheras y de algún bunker. Con una mañana espléndida partimos de Ubide, último pueblo de Bizkaia después de subir el puerto de Barazar. Íbamos debidamente pertrechados de papeles con trayectos y con el garmín de Orencio. Algo dijo éste de que en aquella zona casi siempre se despistaba y dio en el clavo. Lejos de pasar calores, como estaba anunciado, nos encontramos con que la mayor parte del trayecto discurre entre bosque, en una primera parte de coníferas y luego de un estupendo hayedo. A poco de iniciar la ascensión una valla y un cartel nos recordaron que entrábamos en el parque natural de Gorbeia, uno de nuestros mejores tesoros.
La pista era cómoda y sin grandes pendientes. Al pasar junto al Siskina subimos a su cumbre rodeados por un hermoso rebaño de cabras, cuyo comandante en jefe nos fulminó con su mirada, pero nos cedió el paso cortésmente. Paradiña en lo alto para fotos y comenzar a disfrutar de unas panorámicas excelentes y de la visión desde arriba de la masa forestal que habíamos atravesado. Todo iba bien hasta que nos dimos cuenta de que nos estábamos separando de la cumbre y ahí vino el lío. Total que arreamos en directo en dirección a lo que suponíamos era la cumbre atravesando una pendiente bastante fuerte alfombrada de hojas de haya. Cuando salimos del hayedo vimos que la cumbre quedaba más lejos y en medio teníamos toda una campa llena de helechos y de todo tipo de hierbajos y arbustos bajos... y yo con pantalón corto porque íbamos a andar siempre por pistas.
En la cumbre nos recibió una buena yeguada con los potrillos colgados de sus madres. Hicimos las fotos de rigor y estuvimos contemplando la diversidad de paisajes y las distancias que la claridad del día nos permitió alcanzar. Se veía hasta el Txindoki, toda la llanada alavesa con los embalses, el macizo de Aizgorri, los montes de Kuartango, la zona de Urkiola y del Aramotz y encima de nosotros el Gorbea nos miraba imponente apoyado en el Aldamin y vigilado por el Lekanda. Todo un banquete. Después de dar cuenta de nuestras viandas emprendimos el regreso y como habíamos perdido el camino a la ida a la vuelta más de lo mismo. Pendientes en directo, más helechos, más arañazos si no quieres taza, tazón. Pero, qué demonios, disfrutamos como enanos, una gozada... y sin pasar calor, porque aunque la cumbre está pelada soplaba brisa del norte: un lujo. Aquí están el resto de las fotos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario