A pesar de que en estos momentos toda la atención está puesta en los movimientos políticos y económicos, quiero retomar este bolg con unas impresiones que me surgieron en uno de nuestros paseos por Quintanilla en los días de carnaval. Comenzaba a caer la tarde y empezamos a bajar hacia Sta Gadea, después de sacar unas fotos desde el alto de Pinadero. En ese momento el sol nos dío desde la espalda y, de pronto, observé que nuestras sombras se alargaban por toda la cuesta y nuestras figuras quedaban desdibujadas como si nos miráramos en un espejo de esos que devuelven imágenes deformes, solo que en negativo.
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Bajámos por aquí |
Llega un momento en la vida en el que se comienza a sentir en la espalda el reflejo del pasado y empiezan a desfilar por delante de uno retazos de recuerdos, imágenes de situaciones, sensaciones ya vividas que se vuelven a reproducir... Todos ellos se ven como desdibujados, envueltos en niebla de la distancia, pero se viven como si aún fueran reales, solo que ya no se pueden cambiar, por mucho que nos duelan, ni nos lo pueden robar si fueron agradables. Cuando el sol del atardecer comienza a dar en la espalda y proyecta las largas sombras del pasado en la cuesta abajo de la vida, se corre el peligro de quedarse fijado en los recuerdos que se reflejan delante de cada paso. En esos momentos es cuando llega la hora de aprender a caminar mirando más allá de las sombras, para poder poner nuestros pasos en el futuro que nos falta por andar y al que nunca se debe renunciar.
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