lunes, 13 de febrero de 2012

A Don MANUEL

No he podido escribirlo a su tiempo, pero no me resisto a dedicar una referencia al señor Fraga. Nunca hubo en el solar patrio cacique y dictador mejor vestido de camuflaje democrático como lo fue este personaje. Además a cierto sector le hacían gracia sus exabruptos o sus salidas de tono. Ante su reciente fallecimiento ha recibido toda suerte de elogios y florilegios de propios y de algún sorprendente extraño. El homenaje póstumo fue de un boato presidencial y de una solemnidad impresionante, en la catedral de Santiago y al son de innúmeras gaitas. Solamente le faltó que lo llevaran bajo palio para haber estado a la altura de su primer mentor, gallego también.

Es increíble que se haya ido a la tumba sin pedir perdón por todas las muertes que se ha llevado en su cuenta y de las que se sentía totalmente convencido, empezando por las que firmó como ministro del franquismo hasta la masacre de obreros en Vitoria. Me fastidia que nadie haya salido a reivindicar el respeto, la dignidad y la memoria de estas víctimas y de sus familias, mientras se han estado cantando las glorias del último responsable de aquellas muertes.

Una amiga me ha enviado en esta dirección unas canciones y me parece que resumen y explican perfectamente estos sentimientos. Puede que los menores de cuarentaipico años no sepan a quién se refieren, pero fuimos muchos los que nos echamos a la calle a gritar esas injusticias, aunque el señor Fraga proclamara con su contundente verbo "La calle es mía".

Que nuestra memoria le persiga para siempre, Don Manuel

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