Están apareciendo señales de que todo está cambiando, pero no solo demasiado de prisa, como dice la mayor parte de la gente, sino en lo más profundo de las bases de las sociedades actuales. Hemos luchado contra dictaduras hasta dotarnos de regímenes democráticos. A través de la historia han ido fracasando muchos intentos de expansionismo imperialista que han costado guerras. Aún hoy en los países árabes se están deshaciendo de los dictadores que llevan décadas campando a sus anchas. Pero se van vislumbrando otro tipo de dictaduras que no necesitan sacar los tanques a la calle para saltarse las democracias o los derechos ciudadanos y, lo que es más preocupante aún, que no se ciñen a ningún territorio, nación o continente. Son como dioses, invisibles, están en todas partes y su palabra se cumple a rajatabla. Tienen representantes visibles que desde su cumbre transmiten sus órdenes y se encargan de que todo vaya según sus designios. Agencias, mercados, bolsas, deudas...
En menos que canta un gallo nos hemos encontrado que dos países europeos han cambiado de gobierno sin que haya mediado ningún proceso electoral previo. Alguien por encima de los ciudadanos ha puesto a su mando a una serie de señores con el atributo de tecnócratas, porque los políticos no habían hecho los deberes mandados. Su función será ejecutar fría y técnicamente las órdenes que les transmitan sobre lo que es necesario y obligatorio hacer o deshacer, sin miramiento de ningún tipo ya que no tienen que rendir cuentas más que a esas instancias invisibles a las que hay que satisfacer por encima de todo. Si no estamos de acuerdo, se nos hará ver nuestra ignorancia y nuestra falta de miras ante la tremenda responsabilidad que se les ha encomendado. Es por el bien de todos aunque no estemos preparados, ya que solamente vemos lo que nos toca de cerca. Así que ya podemos votar a quien sea, protestar, hacer manifestaciones, montar barrilas en las redes sociales... Estos dioses supremos decretan que se comen a un país o dejan morir de hambre un continente entero y lo ejecutan sin que les tiemble el pulso lo más mínimo. Hemos vuelto al despotismo ilustrado más despiadado y cruel.
La indignación ante esta situación indecente sube de grado cuando uno se entera que esos mismos señores del dinero y de la "mercatocracia" son los que dictaminan si bajan o suben las primas de riesgo (o las primadas que nos arriesgamos a pagar), imponen los tipos a pagar por las subastas de las letras de los tesoros nacionales o deciden si lo que mejor les va es que se perpetue la situación de crisis o si nos conceden un respirito para que nos animemos de nuevo y vuelta a empezar... No estamos preparados, ni los ciudadanos ni lo políticos, para dar respuestas a este imperialismo anónimo que nos maneja como marionetas. Los métodos de lucha contra las otras dictaduras no tienen nada qué ver y menos qué hacer ahora. Se admiten ideas.
La indignación ante esta situación indecente sube de grado cuando uno se entera que esos mismos señores del dinero y de la "mercatocracia" son los que dictaminan si bajan o suben las primas de riesgo (o las primadas que nos arriesgamos a pagar), imponen los tipos a pagar por las subastas de las letras de los tesoros nacionales o deciden si lo que mejor les va es que se perpetue la situación de crisis o si nos conceden un respirito para que nos animemos de nuevo y vuelta a empezar... No estamos preparados, ni los ciudadanos ni lo políticos, para dar respuestas a este imperialismo anónimo que nos maneja como marionetas. Los métodos de lucha contra las otras dictaduras no tienen nada qué ver y menos qué hacer ahora. Se admiten ideas.
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