En la antigüedad eran famosos los barcos de guerra del imperio griego por su poderío naval, pero sobre todo por una arma terrible: el fuego griego. Aquellas naves estaban dotadas de una especie de catapultas que lanzaban unas bolas ardiendo. Estas bolas tenían algún componente, que ahora no recuerdo cuál era, que hacía casi imposible apagarlo cuando caía en el barco contrario, lo que significaba que al poco tiempo podía estar ardiendo por los cuatro costados. Algo así se me antoja que ha hecho en estos momentos el almirante Papandreu. Nos ha lanzado unas cuantas bombas de ese tipo a España, Portugal, Italia, Irlanda y a ver quién va a ser el guapo que apague ese fuego. Lo más preocupante es que no solamente van a arder esos barcos sino que puede poner en peligro la flota entera de los países euro, o si no a ver quién explica lo de las bolsas.
Esto de los gobiernos griegos ha sido una de piratas. De entrada entraron en el euro con engaño porque presentaron cuentas falsas, luego se beneficiaron de su pertenecia al club y han seguido mintiendo como bellacos. Cuando han venido mal dadas y han tenido que pedir sopitas, el club les ha puesto unas condiciones nada agradables, incluso peores de las que hemos tenido que aguantar nosotros. Lógicamente el personal normalito de la calle ve que le quitan todo, se cabrea muchísimo y echan la culpa al que pone las condiciones, que es el que antes ha pagado y el que ahora le ha perdonado la mitad de la deuda, que no está mal. Ahora el muy listo y hábil presidente apela a la democracia y, como ve la que le viene encima, nos sale con lo de que el pueblo es el que tiene la palabra porque esta es una situación muy grave. Sinceramente, si yo fuera ciudadano griego hoy votaría que los de Europa se metan el euro por salva sea la parte.
Después de esto uno ya no sabe cómo cubrirse la cabeza para que no le lluevan más golpes. Unos piratas montan unos desfalcos munidales, unos especuladores, piratas también, terminan por descontrolar el sistema económico y se zampan la economía de países enteros, unos gobernantes que no saben qué hacer con ese caos económico y quedan a merced de los mercados -más piratas- y ahora nos salen éstos que teóricamente eran de nuestro bando y después de chupar del bote dicen que de pagar deudas tururú, se piran y nos dejan con toda la tostada y con los huevos de corbata por la que pueda venir. Estamos en manos de piratas, muchos y peligrosos piratas, pero de los del pelo de la canción de Espronceda que van por el ancho mar imponiendo su ley por encima de gobiernos y ejércitos y agarrando los botines que se les antojan. Lo peor es que no vemos en el horizonte quién pueda meterles en cintura.
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