Contra todo pronóstico nos encontramos un sábado despejado y con una temperatura magnífica para hacer monte. Como en la víspera había llovido todo lo que quiso buscamos un destino algo más al sur y que tuviera un terreno de poco barro. Así que optamos por ampliar nuestros conocimientos de la sierra de Arkamo. Esta vez la abordamos por la cara sur desde Artaza, una aldeíta de cuatro casas, y con un acceso por el que apenas cabía el coche, en la zona patatera de Álava. Por este lado la sierra tiene una subida progresiva y no tiene la caída vertical de Kuartango. Aprovechamos la pista que da acceso a las antenas que destacan en lo alto para visitar las dos cumbres más altas de la zona Kotorrillo y Montemayor 1.085 metros cada uno.
La subida fue tranquila rodeados de un encinar denso. A medida que subíamos se iba abriendo una panorama más extenso de lo que nos habíamos imaginado: los montes de Valderejo, la sierra de la Demanda en el horizonte, la sierra Cantabria, la entrada a La Rioja, el macizo de Aralar y el Aitzgorri, S. Donato, Amboto, Gorbea... Todos con nieve lo que parece que los acerca. Cuando pasamos a la meseta soplaba un airecillo que nos obligó a protegernos algo más. Luego al culminar el Montemayor buscamos una zona en la bajada con losas, al sol y al socaire para darle a la mandíbula.
A la bajada nos pasó lo de siempre, en vez de volver por donde habíamos subido, que era lo previsto, nos decidimos a hacerlo por la otra vertiente. Y a golpe de garmín, Orencio nos iba diciendo por dónde debía haber un camino al que nunca llegamos. Así que reconocí una torre de tendido eléctrico que estaba al borde de la pista de subida y propuse tomar aquella dirección. Tuvimos que sortear toda suerte de hoyos típicos de ese terreno y de las matas de encinar cerrado por donde era imposible pasar, pero dimos con la pista.
Estuvimos acompañados de sonidos de silbos, ladridos de perros, algún tiro disperso. A medida que nos acercábamos al pueblo vimos movimiento de todoterrenos, algún grupo de cazadores y más perros. Cuando nos estábamos cambiando de calzado junto al coche, un señor mayor se nos acercó con ganas de charlar y nos comentó que estaban dando una batida al jabalí. En efecto, hoy he visto en el Teleberri que en Álava hay una plaga de jabalíes lo que ha obligado a organizar diversas batidas. Según Juanjo aún nos queda otra zona de Arkamo por descubrir más cerca del monte Santiago y de la cascada del Nervión, así que acabaremos por visitarla.
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