miércoles, 12 de febrero de 2025

Lunes de senderismo 40


 Lunes 10 de febrero. Galdakao-Lekubaso-Lemoa. Comenzamos 21 senderistas en Bide Onera y al final llegamos a 24. Una buena  mañana nos acompañó perfectamente en el recorrido. Lo más llamativo fue sentir frío al comienzo del recorrido por la diferencia de temperatura entre Barakaldo y la zona a la que íbamos. Esto se hizo notar, sobre todo, en la parte de recorrido que va de la estación de Usansolo hasta el área recreativa de Lekubaso. Se respiraba la humedad por la abundancia de agua que rezumaba por todas partes y porque el camino discurre por un callejón entre laderas rebosantes de vegetación y siempre pegado al arroyo que baja del embalse. Esta vez con abundante agua, porque estaba la presa abierta para aliviar el nivel de su contenido. Nos llamó la atención la cantidad de árboles tronchados y arrancados de cuajo. Suponemos que la fuerza del viento había sido muy fuerte, aumentada además por la propia orografía del terreno.


En el camino se hizo una ligera parada para hablar de la historia de Puentelatorre, cuya construcción llamó la atención a varias personas. El Ibaizabal exhibía un gran caudal proporcionando un bonito espectáculo a su paso. Al llegar al área recreativa nos encontramos caminando en un charcal medio camuflado por la hierba. Una parte del personal optó por comer a cubierto y sobre hormigón huyendo de la humedad y otra hizo caso omiso de la misma quedándose en los bancos al aire libre y aprovechando los primeros rayos de sol que aparecieron.


Tras el ritual de obligado cumplimiento de la foto de grupo reanudamos la marcha. En Usansolo nos reagrupamos antes de tomar la nueva parte del sendero y seguimos tranquilamente hasta Lemoa, esta vez siempre con referencia a la línea de Euskotren, pasándola unas veces por debajo y otras por puentes. En este trayectos algunas se quejaban de cansancio y a la vuelta en el tren se estuvieron contrastando los kilómetros recorridos. Al parecer a todos les daba más de los 15 marcados en la convocatoria, incluso alguien defendió que habían sido 18. En todo caso para próximas ediciones se puede considerar quedarse en la estación de Bedia, que, a propósito, nos ofreció un espectáculo poco visto de cómo hacer un muro de contención con "piedritas". Y el tipo de la manguera que siguió a lo suyo aunque el grupo pasaba por delate de  la excavadora.


Llegamos a Lemoa con tiempo suficiente, pero justo, para coger el próximo tren que nos posibilitaría no llegar demasiado tarde a casa. El grupo de las comidas se quedó en la rotonda de entrada organizándose y los demás enfilamos hacia la estación que está a la espalda de la cementera. Algunas se habían quedado despistadas en medio del grupo de las comidas, pero alguien les hizo ver que tenían que espabilar. Entramos a la estación  unos cinco minutos antes de la hora de llegada del próximo tren marcada en una pantalla. No nos distrajimos porque observamos que había que cruzar al andén opuesto subiendo unas empinadas escaleras. Cuando solo faltaba un minuto nos dimos cuenta de que había alguien que se había quedado liada en la entrada sin saber por qué. Comenzamos a llamarle a gritos y apareció en el andén contrario corriendo de un lado para otro, cuando ya asomaba el morro de la máquina. Le costó localizar las escaleras, pero no sabemos cómo consiguió hacer el recorrido en un tiempo récord, digno de una olimpiada para despistados. Eso sí, estábamos los demás haciendo señas al maquinista y con medio cuerpo fuera para que no se cerraran las puertas... y es que, como cierta flecha dice, "somos un equipo". De acuerdo, pero de éstas mejor que no se repitan. Tal como lo tenía previsto el controlador de tiempos del grupo llamado Iñaki, a las 14:30 más menos en Barakaldo.



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